Page 42 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

                 — ¿Quieres venir mañana a mi fiesta? —le pregunté como si
            no hubiésemos ni tan siquiera comentado nuestras desavenencias.
                 —¿Tus tíos no pondrían problemas si me viesen por allí?
                 —Mi tía me ha dado permiso para que invite a mis amigos y
            tú eres mi amigo, ¿verdad?
                 —Desde luego, me gustaría mucho estar allí contigo, pero no
            estoy seguro de ser bien recibido.
                 —Anda, ven. Además, si mis tíos te conocen por fin no tendré
            que seguir mintiéndoles cuando salgamos juntos.
                 A pesar de mi insistencia Miguel se mostraba muy reacio a
            aceptar la invitación, mucho tiempo después pude comprender las
            razones de sus reparos; pero en aquel tiempo todo me parecía fac-
            tible y mi deseo de tener una relación con él me hacía creer que
            podría cambiarle y quedarme sólo con lo bueno que era capaz de
            ver en su personalidad. ¿Cómo iba yo, con apenas trece años, a
            descubrir la imposibilidad de algo de lo que aún, ya siendo adultas,
            siguen estando convencidas muchas mujeres?
                 Finalmente, y ante sus reminiscencias, decidí que era mejor no
            seguir insistiendo; por otra parte quizás él tenía razón y no era muy
            buena idea que mi tía conociese al muchacho que tanto me había
            hecho llorar últimamente.
                 —Está bien, si no quieres venir te guardaré un trozo de tarta,
            podríamos vernos el domingo si quieres.
                 —Claro, me encantaría, si no tienes problemas para salir, el
            domingo por la tarde podemos quedar.
                 —Ya me las arreglaré para convencer a mis tíos; habían hecho
            planes para fuésemos los tres al acuario; pero seguro que podré es-
            caquearme.
                 —Perfecto, entonces nos vemos el domingo en el parque, a
            eso de las cuatro; te estaré esperando.
                 Mientras terminábamos de hablar sobre aquello sonó el tim-
            bre de entrada a clase y ya no nos dijimos nada más, cada uno se
            fue a su aula.


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