Page 51 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
al tomar la calle en dirección contraria me encontré de frente con
Miguel. Él venía en su moto, muy despacio, mirándome fijamente;
no tuve el valor de decirle nada, sólo le devolví la mirada y seguí sin
sacarle los ojos de encima hasta que llegó junto a Sonia. Ella se su-
bió a la moto, lo agarró por la cintura y ambos se alejaron mientras
yo, casi llorando, tomé el camino hacia mi casa con la sensación de
verme vencida por mi propia frustración.
A pesar del cariño que me ofrecían mis tíos y de la experiencia
adquirida en mi niñez para afrontar momentos de gran presión psi-
cológica, aquella situación me superaba; me invadía una continua
ansiedad desde que me levantaba hasta que me iba a dormir, mejor
dicho, a intentar dormir, ya que las noches se habían convertido
en el momento más tenso y agobiante, cuando los fantasmas de la
depresión vagaban incesantemente por mis pensamientos. Durante
varios días soporté en silencio aquella angustia que se agravaba cada
día al ver a Miguel y a Sonia juntos, evitándome y haciéndome
sentir ignorada. Tan sólo deseaba llorar, estar a solas e intentar que
toda aquella tensión, aquel dolor, saliesen de mí a través de mis
ojos; pero el llanto y la soledad sólo sirvieron para anular, poco
a poco, todas mis ilusiones y mi interés por permanecer en este
mundo.
El viernes, después de una semana intentando sin resultado
superar la situación, salí por la mañana, al igual que siempre, para
ir a clase; pero en toda aquella noche sin haber podido pegar ojo,
harta de llorar y casi ahogada en mi desdicha, había tomado una
decisión que pudo haber sido el final de toda mi historia. Estaba
sufriendo lo indecible y la vida no me importaba en absoluto, sólo
deseaba liberarme y la muerte sería el gran descanso. Estaba deci-
dida; no quise desayunar esa mañana, besé dulcemente a mis tíos y
salí tomando, en principio, la ruta que me llevaba hacia la escuela;
pero poco antes de llegar me desvié por un camino que serpenteaba
entre los árboles del bosque anexo al parque Trujillo, el lugar donde
había iniciado mi aventura con Miguel. Caminé hasta llegar junto
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