Page 120 - De la luz a las tinieblas
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Con Andrés siempre delante de la comitiva, abandonaron
          el pequeño claro, para internarse nuevamente en el oscuro
          bosque. Desde allí, tal como dijera el joven, el terreno era
          mucho más regular y despejado. La maleza era escasa, y tan

          solo  los  negros  árboles,  que  custodiaban  su  evolución,
          suponían  un  mínimo  obstáculo  en  su  avance.  En  algunos
          tramos  se  veían  obligados  a  superar  pequeñas  rocas,  que
          limitaban por momentos su regular progresión. Pero, sin duda
          alguna,  esa  jornada  adelantarían  mucho  en  su  camino.  Su
          único deseo era no encontrarse con inesperadas sorpresas que
          alterasen  el,  hasta  entonces,  normal  desarrollo  de  su
          expedición.
              Mientras caminaban, casi no hablaban. Centrados en las
          tinieblas, sin perder la ruta que marcaba Andrés, siempre en
          cabeza  del  grupo,  se  movían  en  silencio.  Manteniéndose
          unidos  en  todo  momento.  A  pesar  de  estar  juntos,  y
          dispuestos a afrontar lo inesperado, no era la tranquilidad el
          factor preponderante.

              Cuanto  más  lejos  se  sabían  de  la  aldea,  más
          desconcertados  se  sentían.  Y  su  temor  a  lo  que  pudiese
          acontecer iba en aumento.
              Garan, que marchaba el último, se sobresaltó al escuchar
          un sordo gruñido a sus espaldas. Se giró y, a no más de cinco
          metros, pudo ver a dos de sus salvajes congéneres. No se les
          acercaron. Permanecían al acecho.
              Él había  crecido  entre  los humanos, y  no  tenía, por  lo
          tanto,  el  instinto  irracional  de  sus  salvajes  parientes.

          Visiblemente asustado, alertó de inmediato a su compañero.




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