Page 118 - De la luz a las tinieblas
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Tomó la lanza y se dispuso a la defensa. Mas ya no
percibía ruido alguno, y se limitó a permanecer atento. No
quería inquietar en vano a sus compañeros.
Gosún, sumamente alterado, se acurrucaba detrás de él,
emitiendo unos suaves gruñidos casi inaudibles, pero
sumamente preocupantes.
Con todos sus sentidos en máxima alerta, intentando
detectar cualquier peligro que pudiese acecharlos en la
oscuridad, se encontraban ambos cuando dos veloces
sombras pasaron ante ellos.
Fuesen lo que fuesen, su fulgurante aparición apenas les
permitió captar el movimiento. Habían surgido cual dos
fantasmas entre la espesura, para desaparecer, casi al
instante, con inusitada rapidez entre la oscura arboleda.
Andrés no se movió. Gosún, a su lado, aparentaba más
vulnerable de lo que luego tendrían ocasión de comprobar.
Pasaron varios minutos sin que la situación cambiase.
Continuaron inmóviles, atentos a cualquier señal que les
permitiese tomar una decisión apresurada. No podían saber
si se trataba de un peligro cierto, o tan solo de criaturas
asustadas por su presencia.
Pero nada se volvió a mover en la lobreguez. El silencio
lo llenaba todo. Un silencio sepulcral y aterrador.
Al cabo de unos interminables minutos, Andrés se
convenció de que, fuese lo que fuese lo que habían visto, ya
no suponía peligro alguno.
Cansado y soñoliento, consideró llegado el momento de
cambiar la guardia. Despertó a Dalman, para que comenzase
su periodo de vigilia.
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