Page 122 - De la luz a las tinieblas
P. 122

—Está bien. Los mantendremos en el medio del grupo y
          estaremos  alerta.  No  creo  que  se  atrevan  a  abordarnos  en

          tanto no los vean vulnerables —advirtió Andrés, dispuesto a
          evitar,  como  fuese,  poner  en  riesgo  la  vida  de  sus  fieles
          asistentes.
              Con  redoblada  precaución,  continuaron  su  camino.
          Observaban  atentamente  en  todas  direcciones,  prestando
          muy especial atención en las copas de los árboles. Tenían la
          seguridad de que estaban siendo vigilados, y que en cualquier

          momento  podrían  ser  atacados.  Sabían  que,  aunque  los
          góronas temían a los humanos, si estaban hambrientos, y se
          veían en superioridad, quizás se atreviesen a arremeter sobre
          ellos.
              ¿Seguirían siendo entonces inmortales? No les apetecía

          comprobarlo.
              Los dos que los seguían solo se dedicaron a observarlos.
          Estaban seguros de que si los atacaban lo harían en manada,
          y  eso  sería  un  gran  problema.  Les  resultaría  muy  difícil
          defenderse contra un grupo de aquellos especímenes, mucho
          más fuertes, agiles y agresivos que ellos.

              Ante el temor de ser agredidos, se movían mucho más a
          prisa.  Paradójicamente,  ese  peligro  latente  tuvo,  en  cierto
          modo,  consecuencias  favorables.  Esa  jornada  avanzaron
          bastante más de lo esperado.
              Llegado el momento de detenerse a descansar, buscaron

          algún  claro  que  les  permitiese  intervenir  con  suficiente
          antelación  ante  cualquier  ataque.  Pero,  al  no  encontrar  un
          sitio adecuado decidieron montar el campamento entre los


                                         128
   117   118   119   120   121   122   123   124   125   126   127