Page 127 - De la luz a las tinieblas
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empujones de Gosún consiguieron despertarlo. El górona dio
por hecho que le tocaría a él solo salvaguardar el descanso de
los demás. Sobre todo, proteger su propia vida y la de su
compañero de especie.
Redobló su atención, afinando al máximo todos sus
sentidos, y girándose inquieto en todas direcciones.
Intentando cubrir con la mirada cuantos posibles puntos
pudiesen ser el origen de un ataque.
Al poco tiempo de asumir la solitaria imaginaria, su fino
oído percibió un leve ruido entre los árboles. Agudizó la vista
en busca de su origen. Entonces pudo distinguir unas
sombras, que se movían con increíble rapidez por las alturas.
Tuvo el tiempo justo para emitir una sonora alerta, antes de
que tres salvajes góronas se dejaran caer sobre la cubierta de
la improvisada jaula que los protegía.
No todos consiguieron evitar las afiladas varas que
sobresalían del entramado. Una lluvia de sangre cayó sobre
los durmientes al quedar dos de las criaturas ensartadas en lo
alto. Pero, una tercera criatura rompió con su peso parte del
tinglado superior, cayendo directamente sobre Gosún.
Ambos se enredaron en una encarnizada lucha.
Alertados por los infernales alaridos, el resto de los
guarnecidos echaron mano a los machetes, dispuestos a
luchar contra aquellos salvajes.
La lucha entre semejantes no era equitativa. La doméstica
bravura del adepto acompañante de los humanos no atenuaba
el salvaje acometer de su atacante.
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