Page 180 - De la luz a las tinieblas
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Dalman no se cansaba de recalcar cuan mala fuera la
          decisión de abandonar el último poblado. Ya no echaba de

          menos la aldea de su primera y larga estancia. Había
          conocido un lugar mejor y a él se remitía para expresar su
          arrepentimiento.
              De haber decidido quedarse allí, su apreciación respecto
          al pastor sería muy diferente. Él Nunca fuera un hombre de
          principios firmes, y su consideración por el prójimo era
          proporcional al beneficio de su propia persona. Ello hacía

          que su concepto de amistad tuviese relación directa con su
          bienestar personal.
              Pero, tal como se habían dado las circunstancias, Andrés
          no le podía reprochar sus argumentos. Reconocía que de
          haberse quedado en el último poblado su subsistencia sería

          más llevadera. Podrían haber acampado en las afueras, así
          no comprometerían a sus habitantes. Pero tendrían caza y
          agua en abundancia. Su vida sería lo más parecido a la
          antigua cotidianidad que podrían hallar en aquellos parajes.
              De cualquier forma, habían llegado ya demasiado lejos
          como para pensar en lo imposible. Sus destinos ya solo

          dependían de la suerte. Poco contaban ya la ilusión y las
          corazonadas. Las cosas no estaban saliendo como Andrés
          esperaba. Tan solo la providencia marcaría entonces su
          porvenir.
              Unas horas más tarde, el cansancio ya no les permitía

          seguir. Esa jornada había sido agotadora. Además, estaban
          psicológicamente destrozados por lo sucedido. La muerte de
          los dos góronas les había afectado mucho.


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