Page 28 - De la luz a las tinieblas
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le resultaba igual de desalentadora. Decidió quedarse quieto
y seguir observando. Aquella cosa tampoco se movió. Daba
la impresión de que estaba tan asustada como él.
Observando con más detenimiento, pudo distinguir con
relativa claridad las facciones del extraño sujeto.
No medía más de un metro cincuenta, aunque su posición
en cuclillas y encorvado no daban una referencia exacta de
su tamaño. Pudo apreciar, sin embargo, que su cabeza era
inusualmente grande, con una prominente boca y unos
incisivos exageradamente largos. Aquellos amenazantes
colmillos que ya pusieran a prueba su corazón en el primer
encuentro. Las orejas le nacían en el cuello y se extendían a
lo largo de toda su cabeza. Su nariz era casi imperceptible,
como si formase un todo con su boca, una especie de hocico
corto que se extendía hasta el entrecejo. En lo alto de aquella
desagradable cara, casi por encima de su frente, sobresalían
dos grandes ojos negros, sin esclera. Sus extremidades eran
largas y delgadas, pero exageradamente fibrosas. Las manos,
sumamente estrechas, finalizaban en largos dedos provistos
de enormes y negras uñas a modo de garras. Las piernas,
cortas y robustas, y los pies de considerable tamaño y
preponderantes prolongaciones, posiblemente adaptados
para trepar con facilidad a los árboles, formaban la parte
inferior del cuerpo. No tenía pelo, excepto en las zonas
abdominal y pélvica, y su columna vertebral sobresalía
excesivamente, como si la tuviese exteriormente adherida a
la espalda. A pesar de su pequeña estatura, aparentaba ser
muy fuerte, aunque su cuerpo pareciese escuálido en relación
con su cabeza.
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