Page 23 - De la luz a las tinieblas
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Con  el  corazón  oprimido  por  la  ansiedad  reanudó  la
          marcha. Más cautelosamente aún, dirigió sus pasos hacia el

          lugar del que emanaban tan lastimeros lamentos.
              Se asomó tembloroso tras un negro y corroído tronco para
          observar al otro lado. Al rodear el inerte madero noto ante sí
          un soplo cálido y maloliente. Una indefinida criatura, de la
          cual  solo  alcanzó  a  ver  unos  amenazantes  y  aterradores
          colmillos, se hallaba a no más de un par de metros.
              La impresión que le causo la inesperada aparición le hizo

          perder el equilibrio, cayendo de espalda sobre unas ramas
          secas. El crujir de las brozas habría delatado su presencia,
          aunque la criatura no lo hubiese visto.
              Se levantó rápidamente y echó a correr sin rumbo. Pero,
          en  aquella  penumbra,  poco  tardo  en  tropezar  y  caer

          nuevamente.  Un  inoportuno  peñasco,  tan  áspero  y  negro
          como  todo  cuanto  allí  existía,  se  había  interpuesto  en  su
          escapada.  Su  mala  fortuna  no  lo  abandonó  en  ningún
          momento. En la caída se golpeó fuertemente la rodilla.
              Herido y aterrado, se giró sobre sí mismo. No vio ningún
          peligro  inminente.  Aquel  animal  no  parecía  haberse

          interesado por él.
              Permaneció  un  buen  rato  tendido  de  espaldas  sobre  la
          dura y fría superficie. Paralizado por el pánico y doliéndose
          en silencio de su malograda articulación.
              Si  ya  la  situación era  desesperada, en  adelante  debería

          arrastrar el hándicap de una estúpida cojera que limitaría sus
          movimientos,  haciéndolo  más  vulnerable  a  cualquier
          situación de peligro.


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