Page 19 - De la luz a las tinieblas
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percance, o quizás el haberse encontrado con tan
tranquilizadora claridad después de tanta penumbra, le
otorgaban aquella tranquila relajación.
Posiblemente, el instinto del perro percibiese algo que
Andrés no alcanzaba a imaginar siquiera.
Era evidente que el animal sentía pánico. En tanto que él
daba muestras de una confianza y una tranquilidad nada
acordes a las circunstancias ni a sus sentimientos previos.
Subyugado por la visión que ante sí tenía, reanudó la
marcha hacia el radiante pórtico.
Seter ni se movió, de su garganta brotaban aullidos casi
inaudibles, cual suplicas desesperadas pidiendo a su amo que
no siguiese adelante.
Andrés se giró para animar a su mascota a que lo
acompañase, pero el perro no obedeció Por primera vez en
mucho tiempo la fidelidad del animal flaqueaba
incomprensiblemente
«¿Qué podía asustar tanto al perro para impedirle seguir
a pesar de la insistencia en sus llamadas?» Quiso arrastrarlo
para continuar con él, pero cuanto más insistía él más
reculaba Seter.
Finalmente, ante la imposibilidad de convencer a su
aterrado compañero, tomó la decisión de acercarse solo a la
luminiscencia.
Cuanto más cerca estaba, más fascinado se sentía. Llegó
a situarse justo al borde del reflejo que parecía surgir de la
nada. Estaba tan próximo que podía alcanzarlo con la mano.
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