Page 31 - De la luz a las tinieblas
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En adelante, cada uno de sus pasos dependería solo de su
          incierto destino. El final de sus días lo acechaba detrás de
          cada árbol, de cada peñasco.
              La relativa relajación del momento no aplacó por mucho

          tiempo su constante nerviosismo. La inquietud y la cautela
          habrían de ser sus aliadas en su lucha por la supervivencia.
              Adentrado nuevamente en la espesura, confió su suerte al
          inesperado  discurrir  de  los  acontecimientos.  Detrás  cada
          viejo tronco, de cada piedra o de cada sombra, podría hallar
          su salvación o su definitiva tragedia.
              A pesar de su decidida elección, no tenía la menor idea de
          hacia dónde se dirigía. Tampoco se imaginaba siquiera con
          qué podía toparse en su camino.
              Con la dolorosa dificultad que le suponía su herida pierna,
          y totalmente desconcertado, siguió adelante, esperando que
          una  afortunada  casualidad  le  ofreciese  solución  a  su
          infortunio.
              Al cabo de muchos minutos, quizás horas, -le resultaba

          imposible  saberlo-  divisó  algo  claro  que  destacaba  en  la
          penumbra.
              Esa vez no se trataba de ningún objeto inerte abandonado
          sobre  la  hierba.  Era  algo  vivo  que  se  movía  a  una
          considerable  altura  sobre  el  suelo.  Se  encontraba  aún
          demasiado  lejos  como  para  distinguir  perfectamente  la
          imagen, pero aquella intensa blancura destacaba netamente
          entre las sombras.
              Al ver como aquello se dirigía hacia él, se detuvo en seco.
          Una vez más, se encontró en la tesitura de tener que decidir
          entre echar a correr o mantenerse firme, a la espera de poder



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