Page 29 - De la luz a las tinieblas
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Se trataba de un ser realmente repulsivo y aterrador.
              Sin  embargo,  toda  la  fiereza  que  a  simple  vista
          aparentaba, parecía disiparse en un comportamiento más bien
          tímido y asustadizo.

              Después de mantener ambos la mirada durante un rato,
          aquel  engendro  dio  media  vuelta  y  se  fue,  corriendo
          precipitadamente. Demostraba una inusitada facilidad para
          moverse por aquel dificultoso terreno.
              Andrés dudó entre ir detrás de él o esperar a que se alejase
          lo suficiente antes de abandonar su posición tras el muro.
          Finalmente, se decantó por la segunda opción.
              Permaneció observando unos minutos. Cuando consideró
          pasado  el  peligro,  soportando  el  dolor  que  le  producía  su
          deteriorada  rodilla,  saltó  la  rocosa  pared.  Su  temporal
          discapacidad  le  impidió  mantenerse  erguido,  cayendo
          laxamente al otro lado sobre el rojizo césped, única tonalidad
          destacable entre tanta negrura.
              La fría escarcha calaba su cuerpo, y no parecía que la

          oscuridad fuese a amainar en ningún momento. Comenzaba
          a pensar que ya nunca abandonaría aquella noche eterna en
          la que se había sumergido.
              Ni  siquiera  en  aquel  prado  escarlata  había  variado
          mínimamente la intensidad de la penumbra. Aunque sus ojos
          se  habían  acostumbrado  ya  a  la  escasez  lumínica,  cual  si
          hubiese desarrollado de repente un sentido infrautilizado a lo
          largo de su toda vida.
              Notó, no sin sorpresa, que a pesar del frío relente que le
          acompañaba desde el inicio de su desventura, la hierba estaba
          seca, como si la helada solo concurriese sobre su cuerpo.



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