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Muros. Historia viva
Nada hacía presagiar que esa mañana pudiese convertirse en uno de los días
más luctuosos para Asturias y para todas las localidades de las cuales procedían
aquellos hombres. Pero, Muros sería, una vez más, foco de atención y de cons-
ternación al ser la población más afectada por la tragedia.
Después de haber descargado el viernes anterior en el puerto asturiano, y
haber cumplido con el preceptivo descanso del fin de semana, el Santa Ana, al
mando de su patrón Francisco Gomes Fragateiro, de nacionalidad portuguesa,
tomó rumbo a la isla de Erbosa, muy próxima al cabo Peñas, para dirigirse a sus
caladeros habituales. Pero, algo no fue bien en aquella usual travesía. Inexplica-
blemente, el barco, de 35 metros de eslora y considerable calado, se aproximó
demasiado a la orilla de Erbosa entrando en una zona de muy poca profundidad
Santa Ana
y colisionando contra las rocas.
El Ciudade de Albufeira, que había zarpado también de Avilés sobre la misma
hora, fue quien dio aviso al perder contacto con el buque siniestrado poco des-
pués de las cinco de la mañana. Inmediatamente, se movilizaron todos los me-
dios para el rescate. Varios barcos cercanos pusieron rumbo al lugar del sinies-
tro. También fue inmediata la intervención del Salvamar Rigel y el helicóptero
Helimer 203, ambos pertenecientes a Salvamento Marítimo y con base en Gijón.
Sin embargo, fueron los hermanos Vicente y Gustavo González, propietarios
y tripulantes del Maresco, que se encontraba a escasas dos millas de cabo Peñas,
quienes rescataron al único superviviente, el segundo patrón Manuel Simal San-
de, de 50 años y natural de Muros. Los tripulantes del Maresco izaron a bordo
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