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José Manuel Bermúdez Siaba


            El patrón del pesquero muradano tan solo pudo contemplar cómo aquella
          mole de hierro se les echaba encima, teniendo apenas tiempo de enviar una se-
          ñal de socorro. El barco asiático los arroyó violentamente sin que los marineros
                                                     tuviesen tiempo de ponerse a sal-
                                                     vo. En menos de cinco minutos el
                                                     Cizurquil se fue a pique con siete
                                                     hombres en su interior. Tan solo el
                                                     cuerpo del patrón, que se supone
                                                     fue despedido por la colisión, fue
                                                     rescatado de las aguas; pero ya sin
                                                     vida. Todos los demás ocupantes
                                                     fueron arrastrados al fondo del
                                                     mar por el propio barco.
                                                        El petrolero de C.A.M.P.S.A,
                                                     Campobierzo, captó la llamada de
                                                     socorro del arrastrero y la trans-
                                                     mitió  inmediatamente  a la  radio
                                                     costera de A Coruña, pero sus tri-
                                                     pulantes  tan solo pudieron con-
                                                     templar cómo se hundía el barco
                                                     muradano  sin  poder  hacer  nada
                                                     por rescatar a los marineros. Inme-

                           El Cizurquil              diatamente después de recibirse en
          A Coruña la llamada de socorro, partió hacia el lugar del suceso la lancha de la
          Cruz Roja de Finisterre. Comenzaron enseguida las labores de rescate, llevadas
          a cabo por el propio petrolero, dos helicópteros enviados por la comandancia de
          marina e incluso el barco iraní causante de la desgracia, que fue luego dirigido
          al Puerto de Vigo.
            Cientos de familias enteras se desplazaron hasta el muelle muradano aquel
          día para esperar allí las nuevas sobre las labores de rescate, que fueron suspen-
          didas sobre las diez de la noche debido la imposibilidad de continuar con los
          trabajos por la falta de visibilidad. Al día siguiente se incorporó el remolcador
          con base en Vigo, Remolcanosa cinco para renovar las tareas de búsqueda de los
          desaparecidos.

            A pesar de todos los esfuerzos, no se encontró ningún otro cuerpo. El cadáver
          de Juan Antonio Vázquez Martínez, de 49 años, patrón y armador, natural de
          Quilmas y casado en Muros, fue trasladado al puerto de Finisterre por uno de los
          pesqueros que también acudieron al salvamento. Por el resto de los tripulantes
          nada se pudo hacer, y sus cuerpos descansan para siempre en el fondo de las


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