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Muros. Historia viva
Vázquez, falleció ahogado entre las olas al no poder alcanzar la ribera.
Naufragio del X-2
El 3 de octubre del año 1922, el vapor con base en Muros X-2, se hundió a
3 millas al norte de las Basoras al ser arrollado por el vapor con matrícula de
Corrubedo, Guerra. El buque causante de la tragedia huyó del lugar del siniestro
dejando abandonados a los tripulantes del X-2. Probablemente, debido la rapidez
con la que el barco se fue a pique, sus tripulantes fueron arrastrados al fondo por
el mismo, o se ahogaron en su posterior lucha contra las olas y las bajas tempera-
turas del agua. Tan solo apareció el cuerpo de uno de los tripulantes, Jesús silva,
maquinista y natural de la villa de Muros, que fue encontrado por el Portals, otro
vapor con base en el mismo puerto de Muros, que pasó por el sitio doce horas
más tarde. A pesar de haber sido encontrado con vida, a consecuencia de su larga
lucha con el mar y del frío soportado durante tantas horas sumergido, falleció al
poco tiempo de haber sido rescatado.
Dada la voz de alarma por el Portals, acudieron al lugar varios barcos que
rastrearon la zona en busca de algún superviviente, no encontrando ni un solo
indicio que les permitiera recuperar alguno de los cuerpos. Los siete tripulantes
desaparecidos fueron dados finalmente por muertos teniendo en cuenta las más
de doce horas transcurridas desde el desastre.
Naufragio del Ariete
El 25 de febrero de 1966, alrededor de las 10 de la noche, embarrancó en la
playa del Ardeleiro (bajos de la Arquiña, cerca de la capilla de los Remedios,
en Lira) la fragata Ariete. Esta fragata perteneciente a clase Audaz, que había
sido construida en Ferrol y botada el 24 de febrero de 1955, sirvió de escolta
al buque Sra. María Moro, y pasó a formar definitivamente parte de la Armada
en diciembre del año 1961. Era una embarcación de 94 metros de eslora y 1552
toneladas de desplazamiento. Partió de Ferrol con rumbo a Cartagena a las 12
de la mañana del día 24 de febrero de 1966. El tiempo fue empeorando según
se iban aproximando a Finisterre. Ya a la altura de cabo Touriñán los vientos
alcanzaban fuerza 9, con rachas de hasta 120 kilómetros por hora. El capitán
del Ariete D. Francisco Carrasco Ruiz, capitán de corbeta, ordenó reducir la
marcha y continuar navegando rumbo sur. Con muchas dificultades alcanzaron
Finisterre, donde ya encontraron mar fuertemente arbolada. Nada más girar cabo
Finisterre comenzaron a surgir una serie de complicaciones que serían el prelu-
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