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Muros. Historia viva
diez tripulantes del barco accidentado lograron ponerse a salvo.
El patrón y armador del barco, don Felipe Martínez Caamaño, contaba poste-
riormente al periodista de La Voz de Galicia Manuel Abelleira: «Habíamos sali-
do a las cinco y media de la mañana. Siete horas después, cuando estábamos
realizando la maniobra de faenar, subiendo las redes al barco, pedí avante y
fue cuando nos dimos cuenta de que el barco no podía moverse. Intentamos
movilizarlo y sentimos como unos golpes secos, pero quedó inmóvil defini-
tivamente. Entonces, gritaron desde la sala de máquinas informándonos de
que se había producido una vía de agua».
El grueso de la tripulación abandonó la nave en una de las balsas salvavidas
ante el temor de que el hundimiento se produjese rápidamente, quedando a bordo
el patrón y el contramaestre. Felipe Martínez comentaba a cerca del intento de
remolque: «Llegó el María Auxiliadora y nos lanzó un cabo con ánimo de
arrastrarnos hasta puerto, pero todo fue inútil. El barco se escoró. Enton-
ces, el María Auxiliadora se acercó más para que pudiésemos pasar a él,
sufriendo en este atraque algunos golpes en su casco. Poco después nuestro
barco se hundió» (*)
(*) La voz de Galicia. 25-4-1.981
Naufragio del Cizurquil
El 3 de mayo de 1982 fue para el ayuntamiento de Muros uno de los días
me más trágicos de su historia reciente. El pesquero muradano Cizurquil se en-
contraba a unas siete millas al oeste de cabo Fisterra, donde solía, al igual que
muchos otros barcos con base en el puerto de Muros, largar sus aparejos en lo
que era su caladero natural en la Costa de la Muerte. Constaba su tripulación ese
día de ocho hombres, todos ellos pertenecientes el ayuntamiento de Muros. Ha-
bían hecho el último lance de la jornada y el buque iba en arrastre, por lo cual la
mayoría de los hombres se encontraban en el interior del barco en espera de ser
llamados para recoger el aparejo. Tan sólo el patrón, y copropietario del barco,
Juan Antonio Vázquez Martínez ocupaba el puente de mando en esos momentos.
Alrededor de las seis de la tarde divisó un mercante de considerable tamaño que
se dirigía directamente hacia ellos. Se trataba del carguero iraní Iran-al-Ham. El
patrón del Cizurquil, ante la imposibilidad por su parte de maniobrar para evitar
el fatídico encuentro debido a las limitaciones que suponía el lastre del aparejo,
intentó desesperadamente alertar al carguero, sin que el buque iraní desviara su
rumbo.
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