Page 134 - selim
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El albaricoquero













                      Ú  deberías  ir a  guardar  las  cabras en
                      mi  lugar -le  dijo  Selim  a  Zuffu  al  día
            siguiente-. Yo iré a recoger los albricoques.


           —¡Ni hablar...! -respondió Zuffu-.      El que tie-
            ne  anemia   eres  tú;  así  que  no  debes   can-
            sarte  demasiado,   si  quieres  volver  a  Estam-
            bul  sano y fuerte.  ¡Además,    tú  bailas  mucho
            mejor  que yo!



            Era  la  pura verdad; a su  manera,  Selim feste-
            jaba  cada  uno  de  los  éxitos  de  ambos.  Bailó
            cuando   les  regalaron  a  Beek,   bailó  cuando
            consiguieron   los  pollos,  bailó  al  recibir  la  col-
            mena azul.   Había  bailado cuando se   le ocurrió
            la  idea  de  enviar  una  carta  a  Abdurrhaman  y
            cuando   su  padre  escribió  diciendo  que  había
            encontrado a Yazi.


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