Page 139 - selim
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—Por   supuesto,   eso  sería  una  solución  -dijo
          de repente.

          —¿Qué estás     diciendo? -preguntó Selim,     sa-
          liendo  de  sus  sueños  de  alfombras   mágicas.


         —Digo que     sería  una  buena  solución  si  Beek,
          los  pollos  y  el  enjambre  pudieran  quedarse
         aquí,  igual  que  el  albaricoquero.  ¡No va a  ca-
          ber todo en  nuestro jardín!

         —Pero    no  podemos     hacer  eso  -dijo  Selim-.
         Sería  dar  demasiado     trabajo  a  la  gente  del
          pueblo.  Un árbol  no es  lo mismo,   porque cre-
         ce solo.


         —Además,      les  costaría  dinero -añadió Zuffu.

         —¡Es    verdad!   Ni  siquiera  había  pensado   en
          eso.  ¿Cómo   nos las vamos a arreglar para dar
         de comer a    Beek y a  los pollos?


         —Podemos       sacar  las  cabras  fuera  de  la  ciu-
         dad;   allí  hay  hierba.  Y  compraremos    grano
          para  las  gallinas  con  el  dinero  que  saquemos
         de la venta de los huevos -dijo Zuffu.


          Pero  movía  la  cabeza  con  aire  de  duda,  pen-
          sando  que  les  iba  a  resultar  muy  difícil  llevar
          las  cabras a  pastar,  vender  huevos y comprar


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