Page 136 - selim
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—Pues    preferiría  el  albaricoquero -dijo-.  Así
            tendría  un  poquito  de  dinero  todos   los  años
            con  la  venta  de  los  albaricoques  que  diera  el
            árbol. Pero...


            —Pero...   ¿qué? -preguntó el hortelano.

            —Es    que  no  sé  si  tendré  sitio  en  mi  jardín,
            que   es  muy   pequeño,    para  las  cabras,  los
            pollos,  las colmenas y un albaricoquero.



            El hortelano se echó a reír.


            —¡Vaya    idea  que  has  tenido!  -dijo-.  No  tie-
            nes que llevarte el árbol.  Está  bien  agarrado a
            la  tierra  donde  ha  crecido.  Tendrías  que venir
            aquí todos   los veranos  para recoger la fruta.


            —¡Ah...!   -exclamó    Zuffu,  encantado-.   Si  es
            así,  prefiero  el  arbolito.  Me  apetece  muchísi-
            mo volver todos    los años a Sapanca.


            Más tarde, llevó a Selim a verlo.


            —¡Mira    qué bonito  es!  -exclamó,   pasando   la
            mano    por  el  tronco-.  El  hortelano  me  ha  di-
            cho que,   aunque   ahora  es  un  árbol  pequeño,
            promete    ser  estupendo.   Cada  año  se  pondrá
            más   grande   y  dará  un  poco   más   de  fruta.


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