Page 32 - selim
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Semra
UANDO llegó al piso bajo, Selim se sin-
tió acobardado. ¡Había tantos lugares
en la calle, en Estambul, donde podía escon-
derse un conejito!
Selim intentó alejar su angustia.
«Vamos a ver...», pensó. «Si yo fuera Yazi,
¿adonde habría ido?»
La escalera desembocaba en un corredor es-
trecho que, por un lado, daba a la ruidosa ca-
lle, aplanada por el sol, y, por el otro, a un pa-
tio oscuro y silencioso.
«Yo, desde luego, hubiera elegido el patio»,
se dijo Selim, y fue hacia allá.
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