Page 34 - selim
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bul.  Los  había  por  todas  partes,  sobre  todo
             en  los  barrios  más  pobres.  Y,  la  mayoría  bus-
             caban cualquier clase de comida y,     desde lue-
             go,  muchos   de ellos  no vacilarían  en  atacar a
             un conejo  para comérselo.

            —¡Yazi, Yazi! -llamaba Selim.



             Removió   hierros,  levantó  cacharros,  abrió  las
             puertas  destrozadas    de  los  muebles...,  bus-
             cando.  Pero Yazi  no estaba   escondido allí;  no
             aparecía  por  ningún   lado,  así  que  tuvo  que
             rendirse a  la evidencia:  el  conejo  había prefe-
             rido  el  ruido y el  sol y se  había  escapado.a  la
             calle.  Entonces,   lo  amenazaba    otro  peligro:
             los automóviles.



             Selim  corrió  hasta  la  salida  del  patio  y  tuvo
             que  guiñar  los  ojos  para  protegerse  del  res-
             plandor  del  sol.  Tampoco    se  veía  ninguna
             bolita  de  pelo  blanco  en  la  calzada.  ¿Habría
             sido  capaz  de  refugiarse  en  una  casa  ajena?
             Puesto   que   no  había  más   remedio,    Selim
             decidió  llamar  a  todas   las  puertas  y  averi-
             guarlo.


             —Perdone,    señora -decía-.    ¿Me   permite  us-
             ted  que  busque   mi  conejito  blanco?   Se  me
             ha escapado.


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