Page 39 - selim
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un momento antes. Y precisamente ahora ve-
           nía a frotarse contra él,  maullando.  Eso  le dio
           una  idea al niño.

           —Ven acá -dijo.


           Se agachó,   cogió al gato del suelo y se lo en-
           tregó a Semra.

            -Toma.   Enséñale   la  cajita  que  le  estás  pre-
           parando.


           Pero  el  gato,  aunque   se  frotase  contra  las
           piernas  de  un  extraño  como   saludo  de  bien-
           venida,  se  negaba a  dejarse  coger en   brazos.
           Demostró    su  disgusto  maullando    de  rabia  y
           se defendió tan   bien  que escapó   huyendo   por
           la puerta abierta.


           Selim  salió a  la  calle.  Estaba  mareado,  como
           si fuera a vomitar.  ¡Aquello era horrible!


               -¡Selim! -dijo una voz detrás de él-. Hace
            un momento he visto una cosa blanca que se
           colaba dentro de   la  mezquita Suleiman.   Quizá
           fuera  sólo  un  gato,  pero  a  lo  mejor  es  tu  co-
                          nejo. Deberías asomarte a ver.


           Era una  de  las  mujeres a  las  que  Selim  había
           estado preguntando antes.



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