Page 41 - selim
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Aunque tenía bastante prisa, decidió jugar un
ratito a pasearse por el cielo. Pero la desapa-
rición de Yazi y el miedo de Semra pesaban
mucho, y la alfombra mágica no lograba re-
montar el vuelo aquella tarde.
Selim suspiró desilusionado y se coló por de-
bajo de la pesada cortina de cuero que daba
paso a la mezquita. Se quitó las sandalias,
porque nunca se puede entrar con calzado en
esos templos. Además, había un guarda para
vigilar que los visitantes entraran siempre
descalzos, como es la costumbre.
-Tarik -le preguntó Selim-, ¿has visto entrar
aquí un conejo blanco?
-¡Un conejo...! -exclamó el guarda-. Pero
¿cómo se te ocurre? Que yo recuerde, jamás
he visto que ningún conejo, ni blanco ni de
ningún otro color, haya osado penetrar en la
Mezquita, quitando el que está bordado en
la alfombra, y cuentan que Alá lo dejó ahí
;omo castigo por haber entrado.
Señalaba un tapiz rojo, extendido en el suelo
de la entrada. Allí, en efecto, se veía la silue-
ta de un animal parecido a un conejo blanco,
Aunque su color se había vuelto amarillento
con el paso del tiempo.
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