Page 42 - selim
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Selim nunca se había fijado antes en él. Des-
de luego, si se miraba de cerca el tapiz, no
parecía tan... ¡conejo, al fin y al cabo! Pero no
se atrevió a pisarlo y entró dando un rodeo
en lugar de pasar por encima.
Ante él, veía las losetas cubiertas de alfom-
bras de color rojizo y castaño. Una gran lám-
para daba una luz suave a su alrededor, en el
amplio espacio vacío entre las columnas don-
de, un poco más tarde, vendrían los fieles a
arrodillarse para rezar. De momento, en la
mezquita no había nadie. Selim no iba a tener
ningún problema para encontrar a Yazi, si es
que se había escondido en ella. Pero por allí
no merodeaba ningún bicho, y Selim salió de
la mezquita.
Una vez fuera, se entretuvo un poco en el pa-
tio. Quizá entre aquellas piedras tan anti-
guas... Pero, al igual que en los otros sitios
donde había estado buscando, allí tampoco
encontró rastro alguno del conejito blanco.
Desanimado, se sentó en un múrete. Desde
ahí se veían los tejados de la vieja ciudad,
que descendían hasta el agua azul del Bosfo-
ro, donde se cruzaban barcos de todo tipo.
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