Page 44 - selim
P. 44

jóvenes y viejos,  les gusta el  ruido. A Selim le
                 encantaba   el  estruendo de  su ciudad.   Estam-
                 bul en silencio era como un cielo gris,   una tela
                 descolorida o una torta sin miel ni avellanas.


                 Entonces,   de  repente,  como  no  había  manera
                 de  encontrar a  Yazi,  y  como  Semra   no  podía
                 escuchar la vida que bullía a su alrededor, a Se-
                 lim  se  le  escapó  un  sollozo y cerró  con  fuerza
                 los ojos  para impedir que  las  lágrimas corrieran
                 por sus mejillas.


                 Alguien  le  dio  un  golpecito en  el  hombro y él
                 volvió la cabeza. Tenía delante a la anciana de
                 por  la  mañana.  Casi  no  podía  creerlo;  hasta
                 se  le  olvidó  mantener  con  fuerza   los  dedos
                 en  los  oídos. Y  los  sonidos volvieron a  oírse,
                 como aprovechando la ocasión.


                 —¡Pero   bueno...!   -decía  la  vieja-.  ¡Vengo  a
                 buscar  aquí  la  última  perla  de  mi  collar y  mira
                 lo  que  me encuentro!   El  niño que vende ale-
                 gría todo lloroso.

                 —Yo... yo...  no estoy... llorando-tartamudeó
                 Selim.


                 —Ya   veo -dijo   la  mujer,  meneando    la  cabe-
                 za-.  Eres un  crío valiente.  En  realidad,  no llo-


                 50
   39   40   41   42   43   44   45   46   47   48   49