Page 48 - selim
P. 48

es  nunca   rico.  Seguramente    por  eso  la  niña
               sigue estando sorda.


               —Mustafá     es  pobre  -dijo  Selim-.   Mi  padre
               también   es  pobre,  y  todas  las  personas  que
               conozco en    mi  barrio son pobres.

               —Yo tampoco soy muy        rica  que digamos -ex-
               plicó  la  vieja-.  Pero  a  veces  una  buena  idea
               puede valer una fortuna.    ¿Quién sabe? Si ten-
               go  alguna  idea  un  día  de éstos, vendré a ver-
               te  a  la  mezquita  Bayazit.  Siempre  te  colocas
               en el mismo sitio,   ¿verdad?


               —Sí...  Pero es que ya no tengo a Yazi.

               —¿Tu    conejo?  Anda,   anda...,  ése  acaba  vol-
               viendo.   No  creo   que  lo  hayan  atropellado,
               porque   lo  habrías visto  por ahí.  Ha  debido  de
               esconderse     en  alguna   parte,  y  ya  lo  verás
               aparecer   cuando   se  le  pase  el  susto.  ¡Hom-
               bre!,  tú  y  él  teníais  pinta  de  hacer  muy  bue-
               nas  migas,   y  a  un  amigo  no  se  le  olvida  así
               como   así.  Ni  siquiera  un  conejito  abandonaría
               a sus amigos...   ¡Hala,  hasta la vista,  hijo mío!
               Me llamo Aixa,    recuérdalo bien.

               —Lo    recordaré  -dijo  Selim-.   ¡Hasta  pronto,
               Aixa!





               54
   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52   53