Page 52 - selim
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llejón  sin  salida.  Al  fondo,  un  hombre  tocaba
             la flauta.  El músico  sacaba de su instrumento
             una  alegre  musiquilla   con  mucho    ritmo.  Un
             grupo  de  personas formaban      un  semicírculo
             delante   de  él  y  bailaban,  apoyándose      los
             unos en el hombro de los otros.



             Selim olvidó todas sus preocupaciones, olvidó
             a Yazi, a  Semra y  hasta a  la  anciana  Aixa que
             le  había consolado.  La música parecía circular
             por sus venas como     un  refresco de burbujas.
             De pronto se sentía alegre y ligero, y sus pies
             bailaban  solos.  Por detrás  del grupo,  empezó
             a  danzar  también,    imitándolos:   ahora  taco-
             neo,  ahora  salto,  el  pie  hacia  delante,  ahora
             cruzar...



             ¡Era un juego estupendo!     El flautista no pare-
             cía  cansarse  nunca,   y  en  cuanto  lanzaba   al
             aire  las  últimas  notas  de  una canción,  ya em-
             pezaba   la siguiente,  sin  pararse.  En esto,  lle-
             gó  un  hombre    con  un  tamboril  y  empezó   a
             golpearlo con   ritmo.  Resultaba  aún  mejor con
             dos  instrumentos.    A  Selim  le  parecía  que  el
             tambor   retumbaba     dentro   de  él.  Y  bailaba
             como si   se  hubiera  emborrachado con     la mú-
             sica.  ¡Lo  había  olvidado  todo,  menos   seguir
             el ritmo sin perder el compás!



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