Page 51 - selim
P. 51

horas el conejito debía  de estar aún   más asus-
         tado,  porque   se  encendían    luces  por  todas
         partes.  Los  faros  de  los  automóviles  lo  des-
         lumbrarían   continuamente.     Aixa  había  dicho
         que  volvería  cuando  se  hubiera  tranquilizado.
         Pero ¿iba a poder tranquilizarse?, y...  ¿sería ca-
         paz de encontrar el camino a    casa?   ¡Quizá  hu-
         biera llegado hasta  las orillas del estrecho!



         Selim volvió a llamarlo:


         —¡Yazi! ¡Yazi!


         Se  metió  por  callejuelas  que  no  había  explo-
         rado  aquella  tarde.  Ojo  avizor,  vigilaba  tratan-
         do  de  encontrar  una  mancha   blanca a  ras  del
         pavimento.



         Lo  que  encontró fue   otro  gato.  Estaba  hecho
         un  ovillo  en  el  quicio  de  una  puerta.  Molesto
         al  ver a  Selim,  se  levantó  con  aire ofendido y
         se fue con  el  rabo tieso.  Casi sin  darse cuen-
         ta, Selim  lo siguió porque era blanco y porque
         aquel  animal  que  se  deslizaba  por  las  aceras
         oscuras  le  hacía concebir alguna   esperanza.



         Uno detrás   del  otro,  el  gato y el  niño  llegaron
         a  una  calle  estrecha  que terminaba  en  un  ca-


                                                         57
   46   47   48   49   50   51   52   53   54   55   56