Page 38 - selim
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a  Selim  mientras  apretaba   contra  ella  su  car-
               tón, como si fuera a quitárselo.


               «Me tiene   miedo»,   pensó   Selim.  «¡Claro!,  no
               me conoce.    Me meto en su casa,     rebusco por
               todos lados y no puedo explicarle por qué...»


               Le sonrió  para demostrarle que     no tenía  mala
               intención,  pero cuando quiso acercarse a      ella
               Semra retrocedió y fue a refugiarse en      un rin-
               cón de la habitación.


               Selim  nunca   se  había  sentido  tan  desprecia-
               do.  Estaba   acostumbrado     a  que  le  quisiera
               todo el mundo.    Era alegre y honrado, servicial
               y animoso; ¿cómo no lo iban a querer?      ¡Y aho-
               ra  resultaba  que  esta  niña  tan  linda  le  miraba
               con sus grandes ojos negros como si fuera un
               enemigo!


               Se  quedó   quieto,  sin  mover  los  brazos,  para
               no asustarla;  hasta  se olvidó de  que  su  cone-
               jo  había desaparecido. Y cuanto más miraba a
               Semra,   más   aterrada  parecía  la  chiquilla.  Es-
               taba como hipnotizada,     igual  que  un  ratoncito
               delante de un gato.


               Y,  efectivamente,   había  un  gato  en  la  habita-
               ción,  al  que  Selim  acababa  de  abrir  la  puerta


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