Page 36 - selim
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La niña le miró con sus grandes ojos negros
sorprendida.
Selim nunca había visto a Semra hasta enton-
ces. Había oído decir que era sordomuda,
pero en realidad nunca había entendido lo pe-
noso que aquello resultaba para ella misma y
para los que la rodeaban.
Llamó en voz baja, como si le diera vergüen-
za hablar:
—¡Yazi, Yazi!
Le pareció oír que arañaban detrás de una
puerta, y la abrió con el corazón latiéndole
muy rápido: un gato negro se deslizó junto a
sus piernas, maullando.
Se llevó tal desilusión que hasta olvidó la sor-
dera de Semra y se volvió hacia ella:
—¡Estaba convencido de que era mi conejo
Yazi! Él también tiene la costumbre de arañar
la puerta para que le abran.
Había hecho un gesto que a Semra le pareció
amenazador. Se levantó y miró con inquietud
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