Page 71 - El toque de Midas
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—Representa éxito —le dije—. Significa que ya llegaste, alcanzaste la cima. Al menos, eso
  representa para mí. Por eso compré un Rolex pirata. Quería verme más exitoso.

        —¿Y qué dice de ti un Rolex pirata? —me cuestionó padre rico al mismo tiempo que me miraba
  directo a los ojos.
        —Que quiero ser exitoso —contesté—. Que algún día tendré un Rolex genuino.
        —Vuelve a intentarlo —agregó con una sonrisita—. Lo que dice de ti es que eres falso porque
  sólo alguien que no es genuino utilizaría un producto de este tipo. Eso representa un Rolex pirata.

        —Pero el Rolex verdadero cuesta demasiado dinero —contesté en tono de protesta—. Yo sólo
  quería usar un Rolex pero no tenía ganas de gastar demasiado dinero en un reloj. Por eso compré uno
  de cinco dólares. ¿Quién se va a dar cuenta?

        —Tú —contestó padre rico—. Tú te das cuenta. En el fondo conoces muy bien el valor de la
  marca Rolex. Sabes lo que significa, y por eso estás dispuesto a engañar y usar un producto pirata.
        —No estoy de acuerdo —interpuse—. Nadie se puede dar cuenta. Lo sé porque inspeccioné el
  reloj antes de comprarlo. Se ve real.
        —Pero tú sabes que no lo es —dijo con aire muy severo—. Tal vez creas que estás engañando a

  casi todo mundo, pero faltas tú. Lo importante es lo que tienes que decir acerca de ti mismo y, en este
  momento, lo que estás diciendo es: “Soy pobre. No tengo éxito y no puedo darme el lujo de comprar
  un Rolex genuino, por eso compré uno pirata. Porque soy falso”.

        —¿Por qué me tratas con tanta severidad? —le pregunté—. Sólo se trata de un reloj barato.
        —Es mucho más que un reloj barato —dijo padre rico con algo de impaciencia—. Es un reloj
  pirata, una copia, propiedad robada. Si estás dispuesto a comprar artículos robados, ¿qué tan bien
  habla eso de ti?
        Yo todavía no entendía por qué mi padre rico hacía tanta alharaca por un reloj. Sabía que era

  falso y que era una copia pirata, ¿y qué?, ¿cuál es el problema?, ¿a quién le estoy haciendo daño?
        Luego, padre rico dijo:
        —Si vas a ser un empresario exitoso, más te vale empezar a conocer el valor de una marca y

  respetarlo. Con suerte, tal vez algún día tú mismo tengas una marca. Quizá algún día tu negocio se
  convierta  en  algo  como  General  Electric,  Coca-Cola  o  McDonald’s.  Pero  si  eres  un  fraude,  tu
  negocio también lo será y, ciertamente, jamás tendrás una marca.
        Yo no estaba de acuerdo con él y no me gustó la forma en que me habló, pero tenía edad e
  inteligencia suficientes para saber que debía quedarme callado y permitirme asimilar el mensaje con

  el tiempo. A mí ya no me hacía falta seguir sufriendo por su ira, pero luego vi que él aún no había
  terminado.
        —Si  no  eres  una  marca,  entonces  sólo  eres  un  producto  más  sin  rostro,  de  los  muchos  que

  navegan en un mar de objetos impersonales.
        —¿Y cuál es el problema de ser un producto más? —pregunté.
        —Nada. Si a ti no te molesta, entonces no hay problema —contestó padre rico—. Sin embargo,
  es la diferencia entre ser Hamburguesas Bobby y ser McDonald’s. La marca McDonald’s vale miles
  de millones de dólares, en tanto que, Hamburguesas Bobby no vale un centavo. ¿Para qué pasar toda

  tu vida construyendo un negocio si no te interesa crear una marca?
        Padre rico dejó pasar un momento para recobrar el aliento, o tal vez, para reflexionar más a
  fondo. Yo había entendido: deseaba que aprendiera a respetar las marcas y lo que representaban, y

  también  deseaba  que,  algún  día,  llegara  a  ser  un  empresario  con  la  capacidad  de  convertir  a  su
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