Page 281 - Luna de Plutón
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—Papá… ¿Por qué el Shah de los elfos te odia tanto?

       —(Por la misma razón que tú serás una mejor líder para Iapetus y los ogros de lo
  que el odioso de tu padre jamás será).

       —Señor, la Tungstenio está recibiendo una llamada. Viene de la Parca Imperial,

  quieren hablar con usted.

       Metallus levantó la cabeza.
       —Claudia, sal de la cabina. Hablaremos después.

       La niña obedeció lentamente. Metallus no habló hasta que se hubo ido.

       —¡Comunícalos!

       La pantalla reflejó a Meinhardt Hallyfax, con una sonrisa de criatura abisal, y a su
  lado, a Osmehel Cadamaren.

       —Querido  Metallus  del  Titanium,  su  majestad  ¡qué  honor  hablarle!  ¡No  puedo

  negar  que  me  sorprendió  su  famoso  Dedo  del  Diablo!  Logró  retrasarnos  diez
  segundos.

       —¡Meinhardt Hallyfax, vaya sorpresa! ¡Y también una lástima, porque para mí no

  es ningún honor hablar con un pobre, miserable, saco de mierda como usted!
       Hallyfax torció los labios y su sonrisa se hizo más obscena.

       —¿Capitán de segunda? ¿Sabes quién soy, verdad? ¿No te estará haciendo falta un

  tornillo, Metallus? ¿O tal vez tu carácter de ogro te impide ser un mal perdedor?

       —¡¿Con quién te crees que hablas?! ¿¡Por qué no te quitas la máscara, para que
  ese  mequetrefe  porciano  al  lado  tuyo  y  toda  la  tripulación  de  imbéciles  de  tu  nave

  vomite!?  ¿¡Crees  que  me  engañas  a  mí!?  ¿¡Crees  que  no  sé  tu  pequeño  secreto!?

  Hohoho, ¡supongo que el idiota de Cadamaren cree que ha gastado una fortuna en un

  gran capitán, cuando todo lo que tiene es un asqueroso hapalokiano que escapó de su
  pueblo y que usa sus poderes para ganar todos los combates difíciles!

       —No estamos aquí para ponernos a pelear, caballeros —interrumpió Cadamaren,

  alzando un brazo—. Estamos aquí para ofrecerte un trato, Metallus. No hace falta que
  seas tan hostil, primero escúchanos, por favor.

       Metallus se acomodó en la silla, y giró la mano en el aire, pidiéndole al plutarca

  que continuara.

       —Metallus, te ofrezco algo que no puedes rechazar.
       —¡¿Ah, sí?!

       —Te ofrezco a Titán. Te ofrezco erradicar a todos los elfos de todos los pueblos de

  esa  luna  y  convertirla  en  tu  imperio,  para  que  tú  y  tu  gente  puedan  continuar  ahí.

  Piénsalo, Metallus. Somos tus amigos, la lógica dice que lo somos, porque nuestros
  intereses  han  sido  iguales  a  los  tuyos:  nos  hemos  deshecho  de  Gargajo  por  ti  y
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