Page 284 - Luna de Plutón
P. 284
Popsttone. Sus anteojos cristalinos brillaban a la luz purpúrea y mortecina de la sala
de mandos.
—¿Sabes? —dijo Calizo, suspirando—. Cadamaren era muy sincero cuando te
ofreció ese trato, pero debo confesar que me alegra que lo hayas rechazado, porque
eso quiere decir, por defecto, que yo tomo tu lugar como Rey, tan pronto te hagan
volar en pedazos, junto con tu Tungstenio.
El ogro, con su cara perfectamente afeitada y su pelo negro brillante, tomó sus
espejuelos con una mano y empezó a limpiarlos con un pañuelo.
—No creas que nos perdemos de mucho sin ti —prosiguió Calizo, luego de una
larga pausa—. Un hombre tan brillante e inteligente como Cadamaren sabrá reconocer
en mí a un líder mucho más inteligente y ágil que tú, así que tal vez deba hablar por él
al decir que se alegra de que hayas rechazado su propuesta. Habrías sido un mal
elemento… Muy maleable. ¿Cómo si no, yo supe engañarte a mi antojo?
Metallus veía en silencio a Calizo Popsttone, ministro y ogro al que su hija
considerase como mejor amigo. Los ojos del rey no eran ceñudos, sino que
expresaban cierta melancolía, a la vez que sus labios se mantenían cerrados, uno sobre
otro, casi cubiertos por su tupida barba negra.
—Matar al agente especial Kannongorff en el tren aéreo de Plutón fue pan
comido, el pobre creía tanto en su rey que, al yo decirle que venía de parte tuya,
pues…
Calizo sonrió burlonamente.
—No tienes idea de qué tragicómico se veía, dos ogros escondidos en un tren. No
fue fácil, no para mí, al menos no hasta la parte donde tuve que matar a Kannongorff.
—¡Vaya! ¿Y qué más hiciste?
—Como el señor Cadamaren es dueño absoluto de Plutón —prosiguió— fue solo
una sencilla maniobra transportar el cadáver frío de Kannongorff a la nave Herschel
Magnatino, y, desde luego, incriminarte posteriormente frente a la Hermandad Federal
de Planetas Unidos. Pero, ¿para qué contarte esto, si la lengua del burro nunca será
digna de caviar? Sin embargo, hay que reconocer que varias cosas salieron mal, pero
no por mi culpa, ni tampoco del señor Cadamaren, sino por ciertas interrupciones…
Tu hijita, por ejemplo…
Calizo sonrió.
—¿Sabes, Metallus? Deberías agradecerle personalmente al león que la acompañó
en el viaje, porque de no ser por él, quien la despertó a tiempo para bajarse en la
estación, yo me hubiese deshecho de tu cerdita ahí mismo, no te imaginas cuán, cuán
poco faltó…