Page 323 - Luna de Plutón
P. 323
Hallyfax sonrió con tal amplitud que sus encías moradas aparecieron tras sus
labios ensanchados, sus dientes chiquitos, numerosos y grises, apretados los de arriba
con los de abajo, mostraban su gran sonrisa triunfal.
—¡FUEGO! —chilló.
Desde debajo de los alerones de la Parca Imperial salió disparada una larga ráfaga
de torpedos, como si fuese una metralla de proyectiles, encaminados uno tras otro
hacia la nave de Osiris. Panék veía hacia arriba, el impacto y las explosiones se
escuchaban como cuando el cielo está cundido de petardos y cohetes durante una gran
festividad. Al cabo de varios segundos, empezó a sacudir al Pegaso, estremeciéndola.
—Todos los torpedos han hecho blanco, capitán —tartamudeó un plutoniano—.
Pero la nave enemiga sigue intacta.
Cualquier compostura que hasta entonces hubiere mostrado el Capitán Meinhardt
Hallyfax se había perdido por completo. Ahora parecía un enorme, abominable y
eufórico espantapájaros vivo.
—¡¿CUÁNTAS BOMBAS NOVA NOS QUEDAN?! —gritó, como si estuviese
clamando en una ópera.
—D… Dos, capitán.
—¡TÍRENLE UNA! ¡DISPÁRALA!
—¡ALERTA ROJA! —gritó un ogro—. ¡Han disparado una bomba! ¡Viene
directo!
Desde la pantalla, la bomba, dentro de un receptáculo que parecía un corcho
metálico de dos metros, se hacía cada vez más nítida.
—¡Muevan la nave de inmediato! —ordenó Rockengard.
—¡No podemos, señor! ¡El Pegaso no responde! Hemos recibido por lo menos
cincuenta impactos de torpedo. ¡Es como si se hubiese desmayado!
La bomba ahora podía verse con perfección a través de la pantalla, aproximándose
cada vez más.
—Oh, dios mío…
Los ojos amarillos de Knaach observaban atentos a través de la enorme ventanilla
redonda. El felino apretó los dientes, bajando las orejas. Claudia apretaba sus puños.
Hathor dio un paso al frente, frunciendo el ceño.