Page 329 - Luna de Plutón
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OBLACIÓN
La algarabía de los elfos era enorme; todos, como guerreros, levantaban sus puños
al aire. Los ogros se abrazaban entre sí, y se aferraban por los hombros. La Parca
Imperial parecía despeñada dentro del universo: estaba inclinada de medio lado y más
oscura que nunca antes.
—La nave enemiga está severamente dañada —confirmó un alférez, leyendo datos
a través del monitor—. Ya no está en condiciones de pelear. La hemos derrotado.
Tras sus palabras, surgió una nueva y todavía más sonada lluvia de vítores.
La sala de control de la Parca Imperial se hallaba en ruinas, y completamente a
oscuras. La única iluminación que quedaba, fantasmal y titilante, era la que
proporcionaban las computadoras que todavía funcionaban, que eran muy pocas.
Los cuerpos inertes de los plutonianos reposaban aquí y allá, bajo escombros. Los
vampiros iniciaban el lento proceso de recuperación, inconscientes. Meinhardt
Hallyfax estaba sentado en su silla, viendo al Pegaso por la pantalla. Una cortina de
chispas cayó tras su silla.
Mojo Bond logró salir de debajo del estómago del cadáver de un plutoniano,
arrastrándose. El hombrecillo se levantó a duras penas, con los hombros caídos.
Hallyfax se puso de pie, caminó hasta la computadora de ingeniería, apartó el cuerpo
desmayado del oficial que reposaba su cabeza sobre el tablero y empezó a operar él
mismo los controles.
—Debemos rendirnos —empezó a decir Bond, asustado, caminando en dirección
a él—. La nave no puede aguantar otro golpe como ese.
Sin embargo, el capitán, ignorándolo, seguía manejando el teclado, a la vez que el
monitor de la computadora escupía una serie de «beeps».
—¿Qué está haciendo?
—No voy a perder —gruñó Hallyfax.
—¿Qué? ¿Qué dice?
—¡No voy a perder! —gritó, fuera de sí—. ¡No, no voy a perder! ¡Nunca he