Page 331 - Luna de Plutón
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techo. El universo devoró a varios elfos. Un ingeniero se sostenía de una barra, pero
su fuerza llegó hasta el límite y sufrió, inexorablemente, el mismo destino. La nave
vibró, el monstruo negro enterraba su pico cada vez más dentro de las entrañas de la
otra, las alarmas se dispararon y un corrientazo azul lamió todo el fuselaje de la nave,
como si estuviese ocasionándole un cortocircuito.
Knaach y Hathor cayeron de un lado, Claudia sostenía una de las patas delanteras
del león, y a su vez, este sostenía la mano de su amiga, sin embargo, el suelo que
había entre ellos se partió, como en un terremoto, y quedaron separados por muchos
metros de distancia.
Hallyfax gritaba y reía enloquecidamente; la cabina entera temblaba y torres
inmensas de computadoras caían por todas partes. Su mano estaba cerrada con fuerza
sobre la palanca con la que dirigía a la nave espacial, empujándola a todo dar hacia
delante, consiguiendo con ello remolcar pesadamente al Pegaso.
—¡Yo nunca pierdo una batalla! ¡VOY A PARTIRLOS EN DOS! ¡EN DOS!
Rockengard examinaba atentamente las computadoras, viendo un holograma de
ambas naves.
—Si sigue penetrando dentro, va a exponer por completo al Pegaso al vacío del
espacio y nos va a matar a todos.
—¡Intenten despegarse! —rugió el copiloto.
—¡No! —exclamó Panék, colocando su brazo sobre el del alférez, que estaba por
cumplir la orden—. La Parca Imperial ha embestido un costado. Si forzamos la salida,
va a rasgar todo el Pegaso y va a ser todavía peor.
—Dios mío, ¡necesitamos un milagro!
Hathor estaba en cuclillas, contra una pared, cubriéndose la cara; a su lado, pegado
a él, se hallaba Knaach. El niño sudaba, con miedo en los ojos, viendo a su alrededor,
desconcertado.
—Hathor, ¡trata de hacer algo!