Page 15 - El cazador de sueños
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1993: Pete ayuda, a una damisela en apuros




           Pete está sentado delante de su escritorio, justo al lado de la sala de exposición de

           Macdonald  Motors,  un  concesionario  de  coches  de  Bridgton,  y  juguetea  con  el
           llavero. La chapa lleva cuatro letras de esmalte azul: NASA.
           Los  sueños  envejecen  más  deprisa  que  los  soñadores.  He  ahí  una  verdad  que  ha
           descubierto Pete con el paso de los años. Sorprende, sin embargo, la dificultad con

           que  mueren  los  últimos,  con  gritos  roncos  y  angustiados  al  fondo  del  cerebro.  Ha
           pasado  mucho  tiempo  desde  que  Pete  dormía  en  una  habitación  empapelada  con

           imágenes de los cohetes Apollo y Saturn, fotos de astronautas, paseos por el espacio
           y cápsulas espaciales con las pantallas derretidas por el calor extremo del regreso a la
           atmósfera; fotos de LEMs, de Voyagers, y una de un disco brillante sobre la ínter
           estatal  80,  con  gente  en  el  arcén  mirando  el  cielo  y  protegiéndose  la  vista  con  la

           mano. La foto tiene este pie:

           ESTE  OBJETO,  FOTOGRAFIADO  CERCA  DE  ARVADA  (COLORADO)  EN
           1971, NUNCA HA RECIBIDO EXPLICACIÓN. ES UN VERDADERO OVNI.


               Mucho tiempo.
               Este  año,  de  todos  modos,  aún  ha  aprovechado  una  de  sus  dos  semanas  de
           vacaciones para visitar Washington, yendo al Smithsonian a diario y dedicándose casi

           en exclusiva a pasear por la sección de Espacio y Aeronáutica con una sonrisa en los
           labios. Casi toda la semana se le fue en mirar las rocas lunares y pensar: estas piedras
           vienen  de  un  sitio  donde  el  cielo  siempre  está  negro,  y  el  silencio  es  eterno.  Neil

           Armstrong y Buzz Aldrin se trajeron veinte kilos de otro mundo, y ahora están aquí.
               Y aquí está él, sentado a su mesa un día en que no ha vendido un solo coche (a la
           gente no le gusta comprar coches cuando llueve, y en la parte del mundo donde vive

           Pete llovizna desde el amanecer), jugando con el llavero de la NASA y mirando el
           reloj. El tiempo, por la tarde, pasa con lentitud, y más cuanto menos falta para las

           cinco. A las cinco habrá llegado la hora de la primera cerveza. Antes de las cinco, ni
           loco. Beber durante el día es arriesgarse a tener que vigilar el número de copas, que
           es lo que hacen los alcohólicos. En cambio, si eres capaz de esperar… de jugar con
           las llaves y esperar…

               Lo otro que espera Pete, además de la primera cerveza del día, es noviembre. El
           viaje de abril a Washington estuvo bien, y las rocas lunares eran increíbles (le basta

           con pensar en ellas para revivir la sorpresa), pero estaba solo. Eso, lo de estar solo, ya
           no  era  tan  agradable.  En  noviembre,  cuando  se  tome  su  otra  semana,  estará  con
           Henry,  Jonesy  y  Beaver.  Entonces  sí  que  beberá  todo  el  día  sin  remordimientos.
           Cuando estás en el bosque, cazando con los amigos, se puede beber todo el día sin

           que pase nada. Casi es tradición. Un…



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