Page 180 - El cazador de sueños
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solemnidad: Otis, Roper, McCarthy, Shue. La última era una mujer.
La desaparición de algunos cazadores no justificaba interrumpir los seriales de la
tarde, pero había algo más. Se habían visto luces raras de colores en el cielo. Dos
cazadores de Millinocket, que dos días antes habían estado por la zona de Kineo,
decían haber visto un objeto con forma de puro flotando sobre el bosque, justo
encima de un tendido eléctrico. Sostenían que la nave no tenía hélices ni medios
visibles de propulsión; que flotaba a unos siete metros de los cables, emitiendo un
zumbido muy grave que hacía vibrar los huesos. Por lo visto los dientes también.
Ambos cazadores decían haber perdido varios, aunque Roberta, al verles abrir la boca
para enseñar los huecos, había pensado que el resto de sus dentaduras también
parecía a punto de caerse. Viajaban en una camioneta vieja de marca Chevrolet, y se
les había parado el motor al intentar acercarse para ver mejor el artefacto. Uno de los
dos cazadores tenía un reloj de pulsera alimentado con pilas que, después de la
aventura, se había pasado tres horas girando al revés. Después se había estropeado del
todo. (El reloj del otro cazador, que era de los clásicos de cuerda, no había visto
alterado su funcionamiento.) Según el reportero, ya hacía una semana que varios
cazadores y vecinos de la zona veían objetos volantes no identificados, algunos con
forma de puro y otros de platillo, más tradicionales.
Cazadores desaparecidos y ovnis. Jugosa noticia, perfecta para el titular de las
noticias de las seis, pero ahora había ocurrido algo más, algo peor. De momento sólo
se trataba de rumores, y Roberta rezó por que acabaran siendo falsos, pero eran
inquietantes, lo suficiente para haberla tenido pegada casi dos horas al televisor,
bebiendo demasiado café y acumulando nervios.
Los rumores más inquietantes partían de los testimonios sobre que algo se había
estrellado en el bosque, cerca de donde situaban los dos cazadores la aparición de la
nave en forma de puro sobre el tendido eléctrico. Había otras noticias casi igual de
inquietantes: el aislamiento preventivo a que había quedado sometido, decían, un
sector bastante grande del condado de Aroostook, unos quinientos kilómetros
cuadrados cuya propiedad se dividía casi por entero entre las compañías papeleras y
el gobierno.
Un hombre alto, pálido y con los ojos hundidos formulaba unas declaraciones
breves desde la base aérea de la Guardia Nacional Aérea de Bangor, diciendo que
todos los rumores eran falsos, pero que se estaban investigando «varios informes que
no coinciden entre sí». El subtítulo le acreditaba lacónicamente como Abraham
Kurtz. Roberta no vio qué rango tenía, ni si era un militar de verdad. Llevaba un
mono verde muy sencillo que sólo tenía una cremallera. Yendo tan poco abrigado
debía de tener frío, pero no se le notaba. Roberta le vio algo raro en los ojos que no le
gustó. Eran muy grandes, con pestañas blancas, y parecían de mentiroso.
—¿Al menos podría confirmar que el aparato accidentado no es extranjero ni…
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