Page 363 - El cazador de sueños
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En un momento así, al otro lado de la alambrada, casi pegado a la pared trasera del
cobertizo viejo de las provisiones, con los huevos ateridos y la mascarilla filtradora
colgada del cuello para poder fumarse sin ganas vanos cigarrillos (había conseguido
un paquete nuevo en el economato), Owen tuvo la impresión de que nunca le había
apetecido tan poco reír en toda su vida. A pesar de ello, cuando el hombre de dentro
del cobertizo dio una respuesta tan directa e impaciente a su sensata pregunta («Ya te
lo crees, Owen. ¿No te he dicho que tengo poderes telepáticos?»), Owen sorprendió
en sus propios labios una risa. Kurtz había dicho que la conversión de la telepatía en
permanente, y su propagación, destruirían la sociedad a la que estaban
acostumbrados. Entonces Owen había captado la idea, pero ahora la entendió a nivel
visceral.
—Pero la pregunta… la pregunta es…
«¿Qué podemos hacer para remediarlo?»
Con lo cansado que estaba, Owen sólo vio una respuesta.
—Pues digo yo que habrá que perseguir a Jones. ¿Servirá de algo? ¿Tenemos
tiempo?
—Me parece justo, pero no imposible.
Owen quiso usar sus humildes poderes para leer lo que había detrás de la
respuesta de Henry, pero no pudo. Sin embargo, estaba convencido de que la mayor
parte de lo que le había contado era verdad. O es verdad, pensó, o él cree que es
verdad. A mí, en todo caso, me encantaría que lo fuera. Con tal de marcharse antes de
que empiece la carnicería, cualquier excusa es buena.
—No —dijo Henry. Owen, por primera vez, tuvo la impresión de que estaba
nervioso, y no del todo seguro de sí mismo—. De carnicería ni hablar. No puede ser
que Kurtz se cargue a entre doscientas y ochocientas personas, gente que en
definitiva no puede influir de ninguna manera en el problema, ni para bien ni para
mal. ¡Pero hombre, si son inocentes! ¡Sólo pasaban por aquí!
Para Owen sólo fue una sorpresa relativa notar que disfrutaba con la turbación de
su nuevo amigo. Bastante le había turbado Henry a él.
—¿Qué sugieres? Partiendo de que has dicho tú mismo que el único importante es
tu amigo Jonesy…
—Sí, pero…
Vacilación. La voz mental de Henry era más segura que antes, pero sólo un poco.
«No quería decir que nos marchásemos tranquilamente dejando que se murieran.»
—Tanto como tranquilamente… —dijo Owen—. Saldremos corriendo como dos
ratas de un granero.
Después de la última calada, puramente simbólica, tiró al suelo el tercer cigarrillo
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