Page 360 - El cazador de sueños
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pensamiento, ¿hasta dónde puede llegar?
               —No lo sé. Si se propaga el byrus, lo más probable es que aumente, aunque a mí
           no me afectará.

               —Porque tú eres diferente.
               Escepticismo, tanto en la voz como en los pensamientos de Underhill.
               —Ríete, pero hasta hoy no he sabido hasta qué punto. Ya hablaremos del tema.

           Por ahora sólo quiero que entiendas que aquí los grises se han encontrado un marrón.
           Puede que se hayan enzarzado en la primera batalla por el control de toda su historia.
           Primero, porque, cuando se meten en la gente, las comadrejas no son saprofíticas,

           sino  violentamente  parásitas.  No  paran  de  comer  ni  de  crecer.  Son  un  cáncer,
           Underhill.
               «Segundo: el byrus. En otros mundos crece bien, pero en el nuestro, de momento,

           no. Los científicos y los expertos médicos que dirigen este circo consideran que es
           por el frío, pero yo creo que tiene que haber algo más. No puedo asegurarlo, porque

           ellos no lo saben, pero…
               —¡Para el carro! —Apareció unos segundos una llama reflejada en una mano,
           debido a que Underhill encendía otro cigarrillo para que se lo fumara el viento—.
           Ahora no te refieres al equipo médico, ¿verdad?

               —No.
               —Crees que estás en contacto con los grises. En contacto telepático.

               —Sí, creo que con uno. A través de un intermediario.
               —¿El que decías que se llama Jonesy?
               —No lo sé, Owen. No estoy del todo seguro. La cuestión es que están perdiendo
           la batalla. Tú y yo, y los que te han acompañado en la misión del Blue Boy, puede

           que no duremos ni para celebrar las siguientes navidades. En eso no quiero engañarte:
           tenemos dosis altas y concentradas. Pero…

               —Yo lo tengo —dijo Underhill—. Y Edwards. Le salió como por arte de magia.
               —Bueno,  pero,  aunque  en  ti  llegue  a  arraigar,  dudo  que  consiga  propagarse
           mucho. No es tan contagioso. Dentro del establo hay gente que no llegará a cogerlo
           nunca,  independientemente  de  la  cantidad  de  personas  infectadas  con  la  que  se

           mezcle.  En  el  caso  de  quienes  lo  cogen  como  un  resfriado,  se  trata  del  byrus
           secundario… o, si lo prefieres, del Ripley.

               —No; está bien byrus.
               —De acuerdo. Cabe la posibilidad de que puedan contagiárselo a alguien más,
           que en tal caso contraería una versión muy débil que podríamos llamar byrus tres.

           Hasta  es  posible  que  se  contagie  un  grado  más,  pero  yo  creo  que  para  detectar  el
           byrus cuatro ya haría falta un microscopio o un análisis de sangre. Luego desaparece.
               »Atento, que te paso la repetición de la jugada.

               »Punto  uno.  Los  grises  (que  probablemente  sólo  sean  sistemas  de  reparto  del




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