Page 381 - El cazador de sueños
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           Descubrió  que,  si  miraba  por  la  ventana  del  despacho  de  Tracker  Hermanos  y  se
           concentraba, podía ver con sus propios ojos. Nevaba más que nunca, pero el Dodge

           tenía tracción en las cuatro ruedas, al igual que su antecesor, y no encontraba grandes
           obstáculos.  Por  encima  de  la  carretera,  y  en  sentido  contrarío  (yendo,  pues,  en
           dirección  al  norte  con  respecto  a  Jefferson  Tract),  circulaba  una  cadena  de  faros:

           camiones del ejército. En un momento dado surgió de la nieve un letrero iluminado
           (letras blancas sobre fondo verde): PRÓXIMAS 5 SALIDAS DERRY.

               Habían  estado  trabajando  los  quitanieves  municipales,  y  a  pesar  de  que
           prácticamente no había tráfico (a aquellas horas era normal que hubiera poco, con o
           sin nieve), la autopista estaba en condiciones aceptables. El señor Gray incrementó la
           velocidad hasta sesenta y cinco kilómetros por hora, y después de tres salidas que

           Jonesy, de niño, había visto mil veces (KANSAS STREET,
               AEROPUERTO, UPMILE HILL / STRAWFORD PARK), la redujo.

               Jonesy, de repente, tuvo la sensación de que lo entendía todo.
               Miró  las  cajas  que  había  metido  en  el  despacho,  casi  todas  con  el  rótulo  de
           DUDDITS menos las pocas donde ponía DERRY, y que se había llevado en el último
           momento. El señor Gray creía conservar los recuerdos que le hacían falta, pero, si

           iban  adonde  creía  Jonesy  (y  de  hecho  parecía  lo  más  lógico),  le  esperaba  una
           sorpresa. Jonesy no sabía si alegrarse o tener miedo. Notó que le pasaban las dos

           cosas.
               Ya estaban a la altura de un letrero verde donde ponía SALIDA 25, WITCHAM
           STREET. Su mano activó el intermitente de la camioneta.
               A llegar al final del acceso giró a la izquierda por Witcham, y, cuando faltaba

           poco para haber recorrido un kilómetro, se metió por Cárter Street a mano derecha.
           Cárter  Street,  que  en  aquel  tramo  era  muy  empinada,  volvía  hacia  Upmile  Hill  y

           Kansas  Street  por  el  lado  opuesto  de  lo  que  había  sido  sierra,  zona  de  bosques  y
           asentamiento  de  una  próspera  aldea  de  indios  micmac.  Hacía  varías  horas  que  no
           pasaba  ningún  quitanieves,  pero  la  tracción  integral  superó  el  reto.  La  camioneta

           sorteaba montones de nieve tanto a izquierda como a derecha, coches cuyos dueños,
           contraviniendo  las  ordenanzas  municipales  para  casos  de  nevada  fuerte,  habían
           aparcado en la calle.

               Al llegar a media cuesta, el señor Gray volvió a meterse por otra calle. Era más
           estrecha  y  se  llamaba  Cárter  Lookout.  La  camioneta  derrapó  y  dio  unos  cuantos
           bandazos con la parte trasera. Lad levantó la cabeza, gimió y, al poco rato, volvió a

           apoyar el morro en la alfombrilla, mientras los neumáticos recuperaban su agarre en
           la nieve e impulsaban al vehículo por el resto de la subida.
               Jonesy, fascinado, seguía mirando por la ventana de su observatorio, en espera del



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