Page 477 - El cazador de sueños
P. 477

—No, qué va —dijo Owen, moderado.
               Dio un golpe brusco de volante a la derecha, luego otro en sentido contrario para
           controlar el derrape y pisó a fondo el acelerador. El impacto del Humvee contra la

           pared de nieve prensada fue tan violento que arrojó a ambos ocupantes contra los
           cinturones de seguridad. Después se encontraron al otro lado, y Owen hizo maniobras
           para no chocar con los coches aparcados en las dos aceras de la calle.

               —Paso de que me haga sentir culpable un tío que tenía pensado asar a la parrilla a
           doscientos o trescientos civiles —gruñó Henry.
               Owen pisó el freno con los dos pies, y esta vez se vieron proyectados todavía con

           más fuerza. El Humvee derrapó hasta quedarse parado en diagonal en mitad de la
           calle.
               —Calla, joder.

               «No hables de lo que no entiendes.»
               —Lo más seguro es que me

               «maten por tu»
               —puta culpa, o sea, que al menos podrías guardarte
               «tus pandas pseudorracionales de» (la imagen de un niño con cara de mimado)
               «y no darme a mí la vara.»

               Henry  se  le  quedó  mirando,  escandalizado  y  perplejo.  ¿Cuándo  había  sido  la
           última vez que le habían hablado así? La respuesta probablemente fuera que nunca.

               —A mí sólo me interesa una cosa —dijo Owen, que estaba pálido y tenía cara de
           crispación y cansancio—. Quiero encontrar al agente de contagio y pararle los pies.
           ¿Vale? Aparte de eso, me importan cuatro hostias tus sentimientos, lo cansado que
           estés y tú en general.

               —Bueno, bueno —dijo Henry.
               —Y paso de escucharle lecciones de moral a un finolis llorica que tenía pensado

           pegarse un tiro en la cabeza.
               —Vale.
               —Total: que te folie un pez a ti.
               Dentro del Humvee se hizo el silencio. El único ruido de fuera era el zumbido

           monótono del viento, como de aspiradora.
               Al final dijo Henry:

               —Propongo lo siguiente: primero me folla a mí el pez, y luego a ti.
               Owen empezó a sonreír, y Henry hizo lo propio.
               «¿Qué están haciendo Jonesy y el señor Gray? —preguntó Owen—. ¿Lo sabes?»

               Henry se mojó los labios. Casi ya no le picaba la pierna, pero su lengua había
           adquirido la textura de un felpudo viejo.
               —No. Se ha cortado la comunicación. Debe de ser culpa del señor Gray. ¿Y tu

           líder indómito, Kurtz? ¿Verdad que se acerca?




                                        www.lectulandia.com - Página 477
   472   473   474   475   476   477   478   479   480   481   482