Page 70 - El cazador de sueños
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Cuando volvieron a entrar, Jonesy tenía las manos tan congeladas que las metió en
agua caliente y casi no notó nada, pero el desahogo lo valía. Volvió a pensar en Pete y
Henry, en cómo estaban y si podrían volver sin percances.
—Decías que se explicaba algo —dijo Beaver, que ya atacaba otro palillo—. ¿El
qué?
—Que no sabía que fuera a nevar —dijo Jonesy. Hablaba con lentitud,
esforzándose por recordar las palabras exactas de McCarthy—. Creo que ha dicho:
«"Buen tiempo y frío moderado, propio de esta época del año." ¡Ríete tú!» Sólo
tendría sentido si las últimas previsiones que había oído fueran para el once o el doce.
Porque hasta ayer por la tarde hacía buen tiempo, ¿no?
—Sí, y frío moderado —asintió Beaver. Abrió el cajón de al lado del fregadero,
sacó un trapo de cocina desteñido con dibujo de mariquitas y empezó a secar la
vajilla, mientras lanzaba una mirada a la puerta cerrada del dormitorio—. Hay que
joderse. ¿Qué más ha dicho?
—Que tienen el campamento en Kineo.
—¿Qué? ¿En Kineo? ¡Si eso está a más de ochenta kilómetros! No puede… —
Beaver se sacó el mondadientes de la boca, examinó las marcas de los dientes y
volvió a introducirlo por el otro extremo—. Ah, ya capto.
—Exacto. En una noche no ha podido andar tanto, pero si lleva perdido tres
días…
—…y cuatro noches. Si contamos que se perdió el sábado por la tarde, suman
cuatro noches.
—Eso, cuatro noches. O sea, que suponiendo que caminara siempre hacia el
este… —Jonesy calculó veinticinco kilómetros al día—. Parece posible.
—Pero ¿cómo puede ser que no se congelase? —Beaver había bajado tanto la voz
que casi susurraba, aunque bien podía ser que no se diera cuenta—. Su chaqueta
abriga mucho, y lleva calzoncillos largos, pero desde Todos los Santos en el condado
han hecho noches de seis o siete bajo cero. Explícame tú que haya pasado cuatro
noches a la intemperie sin quedarse congelado. Ni siquiera tiene manchas, aparte de
lo de la mejilla.
—No sé. Ah, y otra cosa —dijo Jonesy—: ¿cómo puede ser que no le haya
crecido casi nada de barba?
—¿Eh? —Beaver abrió la boca, y se le quedó colgando el palillo en el labio
inferior. Luego asintió con lentitud—. Es verdad. Tiene poquísima.
—Como máximo de un día, para mí.
—¿Se afeitaría?
—Sí, seguro —dijo Jonesy, imaginándose a McCarthy en pleno bosque, con
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