Page 34 - Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA.
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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.



                                         De aquel diálogo entre dos María



                         -¡Ay María, este mundo está perdido!, ¿a dónde iremos a parar, manita del alma?,
                  dice  María Bartola a  María Polo, su sempiterna amiga.  ¡Qué desgracia!, ¿supiste lo  que

                  pasó  anoche  en  la  plaza  Miguel  Marín  de  allá  abajo?,  ¿no  y  que  le  dieron  un  tiro  de
                  revólver a un muchacho?, ¡cómo es verdad que la juventud está perdida, manita del alma!,

                  bueno, siempre ha sido así, la juventud nunca ha tenido ley… los jóvenes están perdidos;
                  anoche lo comentaba yo con Viviano el de Chon, que esos jóvenes siempre han sido como

                  malas plagas para los pueblos.  -¡Un momentico  María, párate ahí, que no son todos  los
                  jóvenes!, aclaró María Polo -Bueno, en su mayoría, ripostó María Bartola interrumpiendo a

                  su amiga, quien proseguía diciendo: Aquí hubo una juventud modelo, que tenía que ver con

                  todo lo del pueblo; hacían los carnavales, las misas de aguinaldos en la navidad y muchas
                  cosas más María.


                         -¡Má!, ¿y cuándo fue eso?, interroga María Bartola, mostrándose incrédula ante la

                  explicación de María Polo en defensa de la juventud de aquel tiempo. -¿Qué cuándo fue
                  eso?, ¡madre, María!, ¿y dónde diablos estabas tú metida?, prosigue María Polo, acuérdate

                  de la muerte de aquella pobre mujer, tan pobre como nosotras, pobre de solemnidad; en la
                  muerte  de  esa  mujer fueron  los muchachos  de  aquél  entonces  los  que  salieron  pa’  lante

                  costeando todos los gastos del entierro y velatorio. Ellos hicieron todas las diligencias esa

                  vez,  porque  el  partido  Acción  Democrática,  al  que  ella  pertenecía  toda  su  vida,  ofreció
                  ayudar en todo, pero aquello se quedó en pura promesa, como son las cosas en la política;

                  eso fue , yo recuerdo, en el año 60 o 70, o 75, ¡porái, porái!, como decía Pedro Apascacio.
                  Así  que esa fue una juventud que  era diferente a todas;  además fueron ellos los que en

                  aquella época fundaron el Centro Social Andrés Eloy Blanco, ¡que ahí está!; ¿no fue eso

                  una  gran  cosa,  María?  Yo  me  acuerdo  que  yo  era  amiga  de  todos  esos  muchachos
                  estudiantes, en su mayoría, bueno, también habían unos que no eran estudiantes, y algunas

                  muchachas del pueblo. -¡Má!, ¿y quiénes fueron esos?, pregunta María Bartola a su amiga.


                         -¡Carajo, María, no te hagas la pendeja!, que tú también fuiste amiga de muchos de
                  ellos, lo que pasa es que yo no quiero mencionar nombres por respeto, pero ahí estaban
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