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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.
Y esta otra de Luis Cuchero
H
abitaba esta bella familia en la vía que conduce a Playa Caribe, en plena
carretera que va hacia el recordado “Pozo de Perucho”.
Una mañana, ya casi al mediodía, siendo tal vez las once y cuarenta y cinco,
Virginia, a quien cariñosamente llamábamos Giña, le encomendó a Luis, su menor hijo, que
le comprara un real de bananas (cambur), para así completar el almuerzo de todos; el
mandado en cuestión era a casa de la señora Ramona Real, quien tenía en la calle principal
su bodega, y allí expendía variados productos de la dieta diaria.
Luis, después de tomar la moneda de manos de su madre, pensó al momento: Un
real de cambur, serán uno o dos cambures a lo máximo, si es que la señora Ramona me los
quiere vender, ya que es muy poco dinero para la compra, por lo que Luis se valió de la
siguiente estrategia: Después de saludar a la señora Ramona, le dijo: -Señora Ramona, que
le venda a la señora Popa Deyán un real de banana, -Luis sabía de antemano la amistad y la
admiración que la señora Ramona sentía por la señora Popa-. -¿Cómo dijiste tú, mijo?,
¿que le venda a la señora Popa Deyán un real de bananas? -¡Válgame Dios!, ¿cómo le voy
a vender yo a mi amiga Popa un real de bananas? No, toma hijo, llévale a mi amiga Popa
esa mano de cambur, entregándole a Luis la mano de cambur más hermosa que exhibía en
su negocio, además que le devolvía su real, diciéndole, toma, llévale a la señora Popa esa
mano de cambur y dile que se la mando yo, que eso no vale nada.
Y fue así como Luis Cuchero se encaminó triunfalmente hacia su casa, donde lo
esperaban su abuela, su madre y todos sus hermanos para el almuerzo.
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