Page 37 - Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA.
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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.





                    De cuando aquellos jóvenes vendían las sabrosas empanadas por
                                             todas las calles del pueblo


                  N
                             uestra  Altagracia  ha  sido  siempre  un  pueblo  laborioso  y  extremadamente

                             apegado a actividades inherente al comercio. En épocas pasadas, el expendio de

                             empanadas no se hacía a través de puestos de venta fijos en ciertas esquinas o
                  algún sitio estratégico que facilitaba la venta de aquellos pasteles. Hubo un sinnúmero de

                  jóvenes, en su mayoría estudiantes, que se ocupaban de la venta de las sabrosas y típicas

                  “medias lunas”, pateando las calles del pueblo y visitando sitios o lugares donde acudían
                  más posibles compradores de aquel producto, también en algunas casas de familia, donde a

                  veces  ya  eran  clientes  fijos  de  aquellos  pequeños  comerciantes  informales.  Se  recuerda
                  entre los jóvenes vendedores de empanadas de aquel  entonces, por los alrededores de la

                  plaza Sucre y adyacencias del ya desaparecido “Bar los hermanos”, a Hipólito Wettel (Que
                  Polo  el  de  Matorora),  Carmen  Ramona  (La  de  Chelona  y  Cayetano  Marín),  Luis  José

                  Velásquez (conocido popularmente como el Congo); mientras que en las adyacencias de la

                  plaza don Miguel Marín y la recordada “Competidora”, destacaban en ese oficio los hijos
                  de Chela (Hiram, Cayetano, Chuito), también los hermanos Rojas (Jesús, Vicente y Luis),

                  conocidos  como  “Los  Cucheros”,  llamados  así  en  honor  al  recuerdo  de  su  abuela,  la
                  inolvidable viejita, refunfuñona y de bella sonrisa, Cucha.


                         Otro  que  destacó  como  vendedor  de  empanadas  de  aquella  época  fue  nuestro

                  fraterno amigo Carlos González, ampliamente conocido como “Carlitos el de Geña”.


                         De  aquellos  vendedores  de  empanadas  de  esa  época,  orgullosamente  hay  que
                  destacar  que  la  mayoría  de  ellos  son  distinguidos  profesionales,  esparcidos  por  toda  la

                  geografía de Venezuela.


                         Pero hubo entre ellos un joven cuya sagacidad y astucia son dignas de destacar, se
                  trata de Luis Rojas, amigablemente conocido como Luis Cuchero, de quien se cuenta que

                  cuando la venta estaba algo pesada, rápidamente recurría a la siguiente estrategia: Avistaba
                  previamente  a  Hilarito  el  de  Carmen  Nona,  donde  éste  estuviera,  luego,  sin  pérdida  de
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