Page 31 - Osho - El Equilibrio Cuerpo Mente_Lucid
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todas estas falsas religiones se les arruina el negocio. Para ellos es
un negocio. La felicidad tiene que hacerse tan difícil –casi imposible-
que la gente sólo puede esperarla en alguna vida futura, tras largos
y arduos viajes.
Pero yo digo con toda autoridad: a mí me ha ocurrido tan
fácilmente. También he vivido muchas vidas pasadas y ciertamente
debo haber cometido un mayor número de malas obras que
cualquier otro, porque yo no las considero malas obras. El
reconocimiento de la belleza, el reconocimiento del gusto, el
reconocimiento de todo lo que hace la vida más habitable, más
amable, no son malas cosas para mí.
Quiero que seas sensible, estéticamente sensible a todas
estas cosas. Te harán más humano, crearán una mayor levedad en
tu interior, una mayor gratitud hacia la existencia.
No es una cuestión teórica para mí. He aceptado la nada como
una puerta, a la que llamo meditación, que no es más que otro
nombre para denominar la nada. Y en el momento en que surge la
nada, de repente estás cara a cara contigo mismo: toda la desdicha
desaparece.
Lo primero que tienes que hacer es reírte de ti mismo
sencillamente, por lo tanto que has sido. Nunca hubo tal desdicha;
te la estabas creando tú con una mano y estabas tratando de
destruirla con la otra: naturalmente creaste una división, un estado
de esquizofrenia.
Es tremendamente fácil, simple. La cosa más simple de la
existencia es ser uno mismo. No hace falta esfuerzo; es tu estado
natural.
Sólo un recordatorio: hay que deshacerse de todas las ideas
tontas que te ha impuesto la sociedad. Es algo tan simple como
cuando la serpiente se sale de su antigua piel sin siquiera mirar
atrás. Es tan sólo una vieja piel.
Si lo comprendes, puede suceder en este mismo momento.
Porque en este mismo momento puedes ver que no hay desdicha, ni
angustia.
Estás en silencio, frente a la puerta de la nada; un paso más
hacia el interior y has encontrado el mayor tesoro que te ha estado
esperando durante miles de vidas.
Sé Receptivo A La Dicha
En general, la mente siempre es consciente del dolor, nunca
de la dicha. Si tienes dolor de cabeza eres consciente de ello.
Cuando no lo tienes no hace hincapié en el bienestar de la cabeza.
Cuando te duele el cuerpo, eres consciente de ello, pero cuando
está completamente sano no tomas en cuenta la salud.
Ésta es la causa fundamental por la que nos sentimos tan
infelices: toda nuestra consciencia se concentra en el dolor. Sólo
contamos las espinas; nunca las flores. Preferimos elegir las espinas