Page 84 - Osho - El Equilibrio Cuerpo Mente_Lucid
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Benny llegó a su casa y encontró en la cocina toda la vajilla
                   rota.
                          “¿Qué paso?”, le preguntó a su esposa.
                          “Este libro de cocina está equivocado –explicó ella-. Dice que
                   una vieja taza sin mango puede servir para medir; ya he intentado
                   once veces quitar el mango sin romper la taza”.


                          Si el libro de cocina dice eso, pues hay que hacerlo. La mente
                   humana es absurda; recuérdalo. Una vez que aceptas una norma, la
                   sigues a rajatabla.

                          El secretario llegó a casa de su jefe, hombre seco y autoritario
                   que se hacía obedecer sin vacilación. Pulsó el timbre y esperó a que
                   el criado abriera. Este echó un vistazo por la mirilla y, reconociendo
                   al visitante, abrió la puerta.
                          “Deje el paraguas en la puerta”, le advirtió el criado.
                          “No traigo paraguas”, respondió el secretario.
                          “Entonces vuelva a casa y traiga uno. El señor ordenó que
                   todos los visitantes dejaran el paraguas en la puerta. Si no lo hace
                   así no voy a poder dejarlo entrar”.


                          Una norma es una norma.

                          Había una persecución frenética de la policía en pos de unos
                   ladrones que habían robado un banco. De pronto, dando un viraje,
                   los policías se detuvieron en una gasolinera, desde donde el policía
                   que iba al volante llamó a su jefe.
                          “¿Los han cogido?”, preguntó ansioso el jefe.
                          “Tuvieron suerte –respondió el policía-. Estábamos a punto de
                   hacerlo, y como a cosa de un kilómetro, noté que habíamos llegado
                   al tope de quinientos kilómetros y que debíamos parar a cambiar el
                   aceite”.

                          ¿Qué puedes hacer cuando hay que cambiar el aceite cada
                   quinientos kilómetros y has llegado a ellos? Lo primero es cambiar
                   el aceite.
                          Nunca propongo reglas inflexibles porque sé cuán estúpida
                   puede ser la mente humana. Sencillamente les doy a las personas
                   un cierto sentido, una orientación. Mantente alerta y vive de
                   manera consciente.
                          Escucha esta otra:


                          Mike le dijo a Pat que tenía que ir a un velorio, y éste se
                   ofreció a acompañarlo. De camino, Pat sugirió tomar un trago y
                   ambos acabaron un poco achispados. En consecuencia, Mike no
                   lograba recordar la dirección del velorio. “¿Dónde está la casa de tu
                   amigo?”, preguntó Pat.
                          “He olvidado el número, pero estoy seguro de que es en esta
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