Page 101 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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Evaluación de la puntuación:
0-10 puntos
No hay una excesiva necesidad de controlar que domine tu personalidad. Tiendes a sentirte
cómodo con tus sentimientos y te muestras tolerante para con los demás. Como te sabes
imperfecto, comprendes los fallos ajenos. Para ti es fácil dejar que los acontecimientos sigan su
curso y las sorpresas no te hacen perder el equilibrio. Probablemente das mucho valor a la
espontaneidad y a la expresión de las emociones.
10-20 puntos
Controlar es para ti un problema frecuente. Tienes más miedos y heridas de los que dejas ver,
pero no te esfuerzas mucho por resolver estos sentimientos. Mandar no te parece fundamental,
pero salirte con la tuya sí. Te consideras organizado y eficiente, pero no te preocupas demasiado
si las cosas se desmandan un poco. Has encontrado a alguien con quien puedes mostrarte sincero
y franco, pero es limitado lo que puedes decir o hacer sin peligro, aun con esa persona.
Más de 20 puntos
Eres una persona dominante. Crees necesario el control porque la gente te hiere mucho y
tienes recuerdos de este tipo que se remontan a tu dolorosa niñez. Para impedir que sigan
hiriéndote, tratas de controlar tus sentimientos; eso significa, básicamente, que eres muy selectivo
en cuanto a sincerarte con otros. Tu predominante necesidad de mandar o de que las cosas se
hagan a tu modo aleja a la gente de ti, pese a que te esfuerzas mucho por cuidar de sus
necesidades. La única emoción que expresas con facilidad es el enojo o la irritabilidad. Te la pasas
explicando tus motivos y dando razones para ser como eres, pero eso no te ayuda a conseguir lo
que deseas, que es el amor y el afecto de otros.
La finalidad de este cuestionario no es etiquetar a alguien como malo por ser dominante. Para la
mayoría es muy desagradable perder el control y todos aplicamos nuestras energías para
conservarlo. Pero existe un modo saludable de controlar y un modo insalubre. El saludable es tener
suficiente seguridad en ti mismo (en cuanto a tu valer, tu merecimiento de amor y tus logros) para que
los hechos exteriores no pongan en peligro tu capacidad de enfrentamiento. El modo insalubre es
manipular a la gente y a los hechos para cubrir tus debilidades y tu inseguridad. Para adoptar el
primero debes ser franco contigo mismo; necesitas conocer tus límites en diversas situaciones:
cuáles te hacen sentir débil y cuáles sacan a relucir tu fortaleza. El conocimiento de uno mismo es un
ancla que torna tolerable lo imprevisible.
Cierta vez, una persona sabia me dijo: «Si mi enfoque de una situación no funciona, confío en que
hay más que aprender. O bien alguien puede proporcionarme ayuda o el flujo de los hechos revelará
lo que hace falta. En cualquier caso, no llegaré a la solución si no comienzo por admitir que mi
respuesta no es perfecta.» Los que aplican un control insalubre carecen de esta flexibilidad y esta
humildad; insisten en manejar los hechos y en buscar excusas para ponerse en el lado conveniente
de todos los conflictos. Esta conducta provoca falta de armonía, tanto dentro de sí mismos como con
el medio. Como son incapaces de permitir, simplemente, pagan el precio de no experimentar nunca
de verdad el alimento emocional que se logra cuando se deja que la vida fluya dentro, alrededor y a
través de nosotros.
EJERCICIO 1: LIBERAR TUS INTERPRETACIONES
Tu vida sólo puede ser tan libre como tu percepción de ella. Cada vez que miramos una situación,
vemos en ella nuestro pasado, porque todos los hechos reciben una interpretación y las
interpretaciones arraigan en el pasado. Si de niño te asustaban las arañas, proyectarás ese miedo a
las arañas al día de hoy; si tu padre era alcohólico, tu modo de juzgar a los que beben estará
empañado por tus dolorosas experiencias pasadas. Sólo comprender que estás dando una
interpretación a todo, por trivial que sea, es un paso importante para liberarte del pasado. Debes
comprender que siempre ves las cosas desde un punto de vista. Si te sorprendes riñendo con
alguien, por ejemplo, aferrarte a tu punto de vista convertirá al otro en una amenaza; en cambio,
reconocer que dos puntos de vista opuestos pueden ser válidos por igual retira la amenaza.