Page 99 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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EN LA PRACTICA:
                                        La sabiduría de la incertidumbre



               La  incertidumbre   de  la  vida  ejerce  constantes  exigencias  sobre  nuestros  mecanismos    de
               enfrentamiento.  Básicamente,   hay  dos  modos   de  encarar  la  incertidumbre:  la  aceptación  y  la
               resistencia.  Aceptar  significa  permitir  que  los  hechos  se  desarrollen  a  tu  alrededor  y  reaccionar
               espontáneamente a ellos sin suprimirlos. Resistir significa tratar de cambiar los hechos, apartándolos
               de lo que realmente son, y reaccionar ante ellos de maneras familiares y seguras. La aceptación es
               saludable,  porque  te  permite  despejar  cualquier  tensión  en  cuanto  se  presenta;  la  resistencia  es
               insalubre, porque acumula residuos de frustración, falsas expectativas y deseos no cumplidos.
                  En  su  libro  Emotionally  Free  («Emocionalmente  libre»),  el  notable  psiquiatra  David  Viscott  se
               refiere  a  la  acumulación  de  sentimientos  como  un  estado  de  deuda  emocional,  que  vincula
               directamente  con  el  envejecimiento:  «El  pesar  nos  envejece  prematuramente.  Cuando  estás  en
               deuda emocional eres pesimista con respecto al futuro y, aun en tus años de plenitud, ansias volver al
               pasado   para  remediar  las  carencias  de  amor  y  oportunidad  que  sufriste.  A  veces  ansias  más
               atención, pasar más tiempo con alguien que ya no está, tener la oportunidad de hablar francamente y
               desprenderte  de  tu  carga  emocional,  o  sólo  resolver  tu  confusión  descubriendo,  por  fin,  lo  que
               realmente te ocurrió.»
                  Incontables  personas  se  encuentran  con  una  deuda  emocional  que  va  creciendo  con  los  años
               transcurridos. Envejecer es un estado psicológico en el cual la deuda emocional aumenta hasta que
               los  mecanismos   de  enfrentamiento  del  cuerpo  ya  no  pueden  manejar  adecuadamente  el  estrés
               actual.  El  resultado  es  debilidad,  enfermedad  y  muerte.  Hace  falta  un  esfuerzo  consciente para no
               caer  en  esta  trampa.  Aunque  cada  momento  nuevo  es  desconocido  y,  por  lo  tanto,  constituye  una
               amenaza potencial, no hay una verdadera seguridad en recurrir al pasado. Tal como escribe Viscott:
               «Puedes especular, puedes lamentarte, puedes anhelar, pero, por mucho que desees volver atrás y
               perfeccionar tu experiencia emocional, jamás podrás volver al hogar. Tu verdadero hogar está en este
               lugar y en este momento. El presente es para la acción, para hacer, para devenir y para crecer.»
                  Biológicamente, tu cuerpo está perfectamente equipado para vivir en el presente y allí adquiere su
               mayor  gozo  y  satisfacción.  Tu  cuerpo  nunca  sabe  cuál  será  su  presión  sanguínea  al  momento
               siguiente;  por  eso  tiene  una  flexibilidad  incorporada  que permite una amplia gama de presiones; la
               misma   flexibilidad  se  encuentra  en  cualquier  otra  respuesta  involuntaria.  Ésta  es  la  sabiduría  de  la
               incertidumbre,  que  permite  que  suceda  lo  desconocido  y  lo  recibe  de  buen  grado,  como  fuente  de
               crecimiento y comprensión. Vemos expresada esta sabiduría en la espontaneidad de cada célula, de
               cada órgano. Los patrones de descargas eléctricas de tu cerebro no son iguales dos veces en la vida;
               sin  embargo,  esta  radical  incertidumbre  te  permite tener pensamientos nuevos y originales. A cada
               minuto mueren cerca de trescientos millones de células que no se volverán a ver, y este torrente de
               muerte es asimilado en el torrente mayor de la vida, que mantiene tu cuerpo en funcionamiento.
                  Sin  embargo,  a  la  mente  le  cuesta  mucho  más  aceptar  la  incertidumbre.  Teme  al  cambio,  a  la
               pérdida y a la muerte. Ésta es la fuente de la resistencia, que el cuerpo traduce en estrés. Al imponer
               la resistencia mental, creas una amenaza que tu cuerpo debe afrontar. En la montaña rusa, algunos
               gritan de entusiasmo; otros, de terror. El trayecto es el mismo, pero los que se echan hacia atrás y
               tensan el cuerpo, generando un chorro de hormonas de estrés, experimentan terror. Los que se dejan
               llevar sin resistencia experimentan exaltación.
                  En los siguientes ejercicios aprenderás a restaurar en tu conciencia un estado de aceptación para
               que vivir en el presente sea tan satisfactorio como se pueda. No obstante, primero debes darte una
               idea  de  la  resistencia  que  ahora  presentas.  Nuestras  defensas  psicológicas  son  muy  buenas  para
               ocultarnos esto; por definición, las emociones contenidas son las que no podemos sentir.
                  Sin embargo, la resistencia da origen a un revelador patrón de conducta. La necesidad de tener
               control  es  una  compulsión  que  arraiga  en  el  miedo  y  la  amenaza.  Aunque  no  puedas  llegar  a  la
               amenaza, tu conducta dominante delata su presencia.
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